Guerra de independencia: lucha armada, guerra civil…
La Guerra de Independencia de
los pueblos hispanoamericanos fue cruel, encarnizada, y puso de manifiesto las
luchas internas de poder entre la élite criolla. La clase dominante se
fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas,
federalistas, moderados, liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el
Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e independentistas
(encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el Congreso Nacional
mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los
grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón
Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica,
con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811,
y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y
federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y
la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera
República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades
de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar
decidió exilarse en Jamaica.
En México, los sectores
populares más afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los
indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y económicas del
campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de Dolores inició la guerra de
independencia de México. Este movimiento era esencialmente indígena y
campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la
elite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos
retomó la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y
planteó la independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos
quedó truncada, en 1815, al ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos
Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra fuerza
externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de 1806 y
1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en
la administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de
los porteños, y puso de relieve la fragilidad del imperio español. La única
colonia en Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a España fue Perú.
Razones de tipo social y racial contribuyeron a este hecho: la clase criolla
peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza
entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos,
pues dicha alianza podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y
Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo, en ambas islas,
comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto Rico,
por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo
puertorriqueño se negó a participar militarmente en contra de los hermanos
latinoamericanos. Ante la solidaridad manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la
guerra de independencia, España decidió reforzar el sistema represivo en las
islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener las
islas.
Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra
España. De hecho, la primera provincia en declarar su independencia fue El
Salvador. Al contrario de México, la rebelión centroamericana fue
fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores populares.
En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica- declaró la independencia y en 1824,se organizó la
República Federal Centroamericana. No obstante, la República Federal
Centroamericana enfrentó serias dificultades que la llevaron finalmente al
rompimiento que dio origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815, parecía
que el movimiento independentista de las colonias españolas había fracasado. En
1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a
Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria,
comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento
independentista renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el
cual se liberó Nueva Granada, y se proclamó la formación de la República de la
Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Bolívar
encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de Sucre, y
ésta se completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana
se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas
dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este
país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles,
pero fue en la batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la
región. El triunfo revolucionario en Chile permitió el establecimiento de un
gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín preparó la
campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en México,
proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El
encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la
entrevista, San Martín renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró
definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre para la liberación del Alto
Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia, y, con la
independencia del Alto Perú, nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de Independencia de las colonias
españolas, la independencia de Brasil no fue tan devastadora. Brasil se
convirtió en la sede del gobierno portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y
esta presencia fue importante en el desarrollo de la colonia: Río de Janeiro
creció y se fortaleció económicamente, y Portugal permitió reformas económicas
en Brasil que beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto
político, Brasil era regido como un estado autónomo; no obstante, en 1820, se
produjo, en Portugal, un levantamiento que exigió la convocación a cortes y el
retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes propusieron
revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta situación provocó que el
heredero al trono de Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se
pronunciara en contra del gobierno de Portugal. Este determinó levantarse en
rebelión, declaró la independencia, y se convirtió en el primer emperador de
Brasil.
Efectos de la guerra
La lucha por la independencia
tuvo serias implicaciones en los recién independizados territorios: la
independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos
regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales
prevalecientes durante la guerra polarizaron las sociedades de los nuevos
países. El poder político de las naciones independizadas fue débil, y promovió
el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con el monopolio español,
las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia económica de
Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto
representó un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los
norteamericanos resultaba demasiado competitivo para los países recién
independizados. Además, en ellos, prevalecía un clima de confusión,
desorganización e inestabilidad. Luego de la independencia, las naciones
latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico
que más bien generaron la disgresión de los estados. Además, las potencias
extranjeras (como Estados Unidos) veían con gran recelo la unidad
latinoamericana, pues podía poner en peligro sus intereses sobre la región.
Después de la independencia, Guatemala buscó apoyo en México
como aliado para poder mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza
declaró su anexión a México e inmediatamente, Iturbide envió un ejército al
mando del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en la capital del
reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se sublevó contra los
mexicanos, y el ejército de Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la
cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola volvió a Guatemala, donde
la situación había cambiado, y se encontró muchos más partidarios de la
separación de México y de una independencia total. Propuso convocar un congreso
para decidir lo que había de hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de
1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El reino de Guatemala pasó a
llamarse Provincias Unidas de Centroamérica, y se nombró un gobierno
provisional de tres miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la
misión de redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de influencia
norteamericana, en noviembre de 1824, el país pasó a llamarse República Federal
Centroamericana. Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su vez,
poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente autónomos dentro de
sus límites territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales para
mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento centralizador de
Guatemala, donde residía el gobierno nacional, llevaron a la disolución de la
federación. El presidente, Manuel Arce, y el gobernador de cada provincia (en
Costa Rica, Juan Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda; en
Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en
Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la oligarquía terrateniente,
organizaron gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del
gobierno central. Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon independientes
en 1838, Guatemala, en 1839, y El Salvador se independizó en 1841.
Comienzo de la vida independiente
Al concluir el siglo XIX,
América Latina quedó dividida en 19 naciones y unos territorios incorporados,
inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por
la violencia que generará la política de los recién nacidos países, en torno a
asuntos tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la definición de
fronteras. Prácticamente todos los países latinoamericanos, menos Brasil,
tendrán conflictos de esta naturaleza. La inexperiencia política de los criollos,
junto con las luchas civiles y la ambición imperialista de otros países,
propiciará la intervención continua de potencias extranjeras como los Estados
Unidos e Inglaterra. Esta intervención será el precio que habrá que pagar por
irse incorporando a la economía mundial, y al capitalismo europeo, en especial,
con Inglaterra.
Al concluir el proceso de
liberación, cada una de las nuevas naciones se inició en el ejercicio de la
vida independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México
sobresale por la complejidad y variedad de los problemas que tuvo que
enfrentar, análogos a los que sufrió durante su vida colonial. Además, su
posición geográfica lo coloca en una situación conflictiva, pues es, también,
la frontera norte de América Latina, y el punto más propicio para la
penetración de los países que quisieron apoderarse del control que había
perdido España. En otros países, los procesos fueron menos intensos, más
localistas, o más uniformes.
México
México inicia su vida
independiente bajo el imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824, promulgó su
constitución, y se creó la República Federal de los Estados Unidos Mexicanos.
Surgen dos bandos: los centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el
poder durante casi dos décadas. Durante la decada de 1830, ante la creciente
inmigración de estadounidenses al territorio de Texas, el presidente Santa Anna
ordena las fronteras texanas, por lo que surgió el conflicto de Texas: los
texanos se declararon independientes, y Santa Anna atacó la región para
reintegrarla a México. Logró su primera victoria en El Alamo pero, más tarde,
fue derrotado. Como resultado, Estados Unidos se apoderó del territorio de
Nuevo México y la Alta California. En un segundo enfrentamiento, los
norteamericanos invadieron México. El tratado Guadalupe-Hidalgo devolvió la
paz: México cedió el territorio desde el Río Grande hasta el Pacífico, y
recibió 15 millones de dólares como indemnización.
Tras años de continuas luchas
por el poder, Santa Anna (caudillo del pueblo) respaldado por el clero y los
grandes terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió en dictador. Benito
Juárez y otros líderes se rebelaron contra la dictadura de Santa Anna, quien
fue derrotado y se exilió en Colombia en 1857. Surgieron nuevos ideales de reforma:
separar la Iglesia y el Estado; secularizar la educación; reducir el poderío
económico de la iglesia quitándole los bienes; impulsar la economía, y
establecer un sistema de justicia apoyado por legislación aprobada por una
asamblea representativa.
Se promulgó una nueva constitución en 1857, y
Juárez asumió el poder. Dicha constitución prohibía la esclavitud y las
propiedades de la Iglesia: concedía la libertad de prensa; eliminaba los
monopolios y establecía un gobierno democrático representativo.
Chile
La
República de Chile comenzó su vida independiente en medio de una gran
desorganización administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la única
salvación. Bernardo O'Higgins fue designado director del país. Su
administración provocó malestar entre el pueblo, al eliminar los títulos
nobiliarios, e intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó escuelas y la
biblioteca nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país atravesó una época
de anarquía durante la cual se abolió la esclavitud. La constitución de 1826
dividió al país en ocho provincias. Con la subida de Prieto al poder, comenzó
una época de progreso y de orden. Se les concedió el voto a los varones mayores
de veinticinco años que supieran leer y escribir, y, además, tuvieran
propiedades. De 1841 a 1851, comenzó la expansión del comercio de las minas de
cobre. Con Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país continuó su acelerado
progreso económico y cultural.
Argentina
Fuertes luchas por lograr la
unificación territorial de las diferentes regiones argentinas entre
federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la república. Se
convocó un congreso en Tucumán como último intento por salvar la unión pero no
tuvo efecto. En 1829, se eligió gobernante a Manuel de Rosas, verdadero caudillo
del pueblo. Rosas procuró equilibrar las diferentes clases sociales mientras
dominó con mano férrea. En 1852, se presentó una constitución que integraba en
un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la Plata, hecho que trajo
como consecuencia otra guerra civil, ante el rechazo que el documento sufrió
entre algunos sectores que se oponían a la integración de un gobierno central.
Bartolomé Mitre asumió el poder, seguido por Domingo Faustino Sarmiento, y otra
guerra civil. En 1880, Buenos Aires fue
proclamada capital de la república. A partir de entonces, se terminó la guerra
con los indios, se ocupó y colonizó el desierto, se construyeron líneas
ferrocarrileras, se fomentó la agricultura, se establecieron el matrimonio
civil y la ley de educación.
Cuba
Cuba continuó siendo colonia
española hasta 1898, cuando pasó a ser posesión de los Estados Unidos, durante
la Guerra Hispanoamericana. El sentimiento separatista se había hecho sentir en
la isla, pero Cuba siguió luchando su independencia y la consiguió.
Problemas fundamentales de la vida independiente
Durante el siglo XIX, los
gobiernos de los países recién independizados se vieron influidos por las
fuerzas militares, la sucesión dinástica en el gobierno, las técnicas de
gobierno no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de los ciudadanos más
capaces, y el constante fracaso de las constituciones
En el momento de tomar las
riendas de los nuevos estados americanos, el elemento criollo no estaba
preparado para dirigir el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas
por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las técnicas de mando
pero que apenas poseían cualidades o principios de administración pública. Como
consecuencia de sus victorias militares, controlaron las masas populares, y
fueron convirtiéndose en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y José de San
Martín. Hubo líderes buenos y malos, pertenecientes a todas las clases
sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo en común: su
preocupación por la patria. La mayoría de las veces, empezaron luchando por
causas nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por
doctrina, para mantenerse en el poder.
El dictador, por lo general,
llegaba al poder después de derrocar el régimen existente. Las dictaduras toman
auge en América Latina en las cercanías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos
líderes, el caudillo y el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder:
el caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un líder natural, y
tenía grandes sectores del pueblo incondicionalmente a sus órdenes. Por el
contrario, el dictador era un líder que se apoyaba en las fuerzas militares
para ejercer el control de la región. Su gobierno, tiránico y totalitario,
menospreciaba o ignoraba el poder legislativo. Tanto uno como el otro
promovieron inestabilidad política durante los años posteriores a la
independencia.
La única excepción fue Brasil
ya que, una vez logró su independencia de Portugal, llevó una vida pacífica
libre de dictaduras durante todo el siglo XIX. Esta situación permitió al país
iniciar una vida independiente más productiva que la de otras regiones. Como
resultado, el desarrollo económico que alcanzó el país durante el siglo XIX fue
más sólido.
En el siglo XX
México
El 18 de Julio de 1872
fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado Benemérito de las Américas,
y, tras de ocupar la Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo de
Tejada, se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume la Presidencia
por primera vez el Gral. don Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas
causas liberales por las cuales combatiera tan brillantemente, principia por
establecer una dictadura patriarcal, que si bien da al país 30 años de paz,
pronto degenera y crea una casta de privilegiados que se confabulan con la
aristocracia de caciques, hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al
pueblo.
Por un período muy corto está
en la presidencia Manuel González y en 1880 regresa Porfirio Díaz a ocuparla
nuevamente. En las siguiente elecciones estaban, Francisco I. Madero candidato
del Partido Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz y Madero fue hecho
prisionero en San Luis Potosí mientras se realizaban las elecciones.
Díaz se reeligió y Madero
escapó de la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a conocer el
Plan de San Luis. En él declara nulas las elecciones desconocía al régimen de
Díaz, exigía el sufragio efectivo y la no reelección y, señalaba el 20 de
Noviembre de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el tirano.
Al llamado Plan de San Luis,
se pronunciaron hombres como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emiliano Zapata etc.
La insurreción se extendió poco a poco por todo el País. En Mayo de 1911 cayó
Ciudad Juárez en poder de los maderístas. Debilitado el gobierno de Díaz entra
en negociaciones y el 25 del mismo mes el dictador presentó su renuncia y
abandonó el país el 25 de mayo de 1911.
La revolución Maderista del
20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y logró sentar en la
Presidencia con sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila don
Pablo González, el viejo magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I.
Madero y con Venustiano Carranza para lanzarse contra la Dictadura Porfirista,
lo hizo pronunciándose al grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero de
1911 en el Puerto del Carmen, del Municipio de Nadadores, Coahuila, al frente
de muchos después connotados jefes como Francisco Murguía, Cesáreo Castro,
Idelfonso V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos más.
Francisco I. Madero
inmaculado prócer y mártir de la democracia a partir de los Tratados de Ciudad
Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de don Porfirio Díaz, dejó como
presidente interino al Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército
Federal porfirista según acuerdos en pie, error tremendo que criticó don
Venustiano Carranza: "Revolución que tranza, Revolución que se
pierde".
Por otra parte, los
Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían el reparto
de tierras; la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix Díaz y
Bernardo Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada Decena
Trágica para asentarle el golpe definitivo a Madero.
Chile
En 1946 ganó las elecciones Gabriel González Videla, líder del Partido
Radical, apoyado por una coalición de izquierda cuyos principales componentes
eran su propia agrupación y el Partido Comunista. Videla nombró a tres
comunistas para ocupar carteras ministeriales, pero la coalición consiguió mantenerse
apenas seis meses, ya que los ministros comunistas, con frecuencia enfrentados
con los demás miembros del gabinete, fueron destituidos en abril de 1947. Hacia
finales del mismo año, Chile rompió relaciones diplomáticas con la Unión
Soviética. En 1948 centenares de comunistas fueron encarcelados en virtud de la
Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que proscribió al Partido
Comunista. Poco después fue sofocada una rebelión militar encabezada por el
antiguo presidente Ibáñez. Durante los años siguientes fueron frecuentes las
manifestaciones sociales y sindicales. En 1951 se produjeron huelgas en casi
todos los sectores de la economía. Al año siguiente, la reacción popular contra
los partidos tradicionales tuvo como consecuencia la elección del general
independiente Carlos Ibáñez, quien restauró el orden en cierta medida, aunque
no pudo solucionar los problemas económicos y sociales. En 1958 asumió la
presidencia Jorge Alessandri, y propuso un plan de diez años que establecía
reformas fiscales, proyectos de infraestructura y la reforma agraria. En 1964
rompió relaciones diplomáticas con Cuba, aunque restableció los vínculos con la
Unión Soviética. En 1960, un maremoto y un terremoto sacudieron al país
provocando enormes daños y miles de muertos, especialmente en la zona de
Valdivia. En las elecciones
presidenciales de 1964, el antiguo senador Eduardo Frei Montalva, candidato de
la centrista Democracia Cristiana, derrotó a una coalición de izquierdas. Las
importantes reformas de Frei, como la nacionalización parcial del sector del
cobre (la denominada ‘chilenización del cobre’), provocaron la insatisfacción
de algunos sectores de la derecha, lo que desembocó en una violenta oposición
política. Al aproximarse las elecciones
presidenciales de 1970, la oposición de izquierda se coaligó en la Unidad
Popular. Nombró candidato a Salvador Allende quién ganó las elecciones y
comenzó rápidamente a cumplir sus promesas electorales, orientando al país
hacia el socialismo (con su popular lema “vía chilena al socialismo”. Se
instituyó el control estatal de la economía, se nacionalizaron los recursos
mineros, los bancos extranjeros y las empresas monopolistas, y se aceleró la
reforma agraria. Además, Allende lanzó un plan de redistribución de ingresos,
aumentó los salarios e impuso un control sobre los precios. La oposición a su
programa político fue muy vigorosa desde el principio y hacia 1972 se había
producido una grave crisis económica y una fuerte polarización de la
ciudadanía. La situación empeoró aún más en 1973, cuando el brutal incremento
de los precios, la escasez de alimentos (provocada por el recorte de los
créditos externos), las huelgas y la violencia llevaron al país a una gran
inestabilidad política. Esta crisis se agravó por la injerencia de Estados
Unidos, que colaboró activamente por desgastar al régimen de Allende. El 11 de
septiembre de 1973 los militares tomaron el poder mediante un golpe de Estado,
pereciendo Allende en la defensa del palacio presidencial. (La opinión
generalizada es que Allende se suicidó durante el asalto al palacio de la
Moneda).
Argentina
A principios del s. XX se
manifestó la necesidad de reformar el sistema político en un sentido
democrático. En la presidencia de Roque Sáenz Peña se aceptó una nueva ley
electoral que desde 1912 permitió fundamentales renovaciones. Distintos matices
de la democracia argentina se personificaron en Juan B. Justo, Lisandro de la
Torre e Hipólito Yrigoyen. Éste asumió la presidencia en 1916 como
representante de los radicales. Lo sucedió en 1919 Marcelo T. de Alvear, pero
en 1928 Yrigoyen volvió al poder. En 1930 un movimiento armado derrocó el
régimen constitucional y puso en el poder al general José Félix Uriburu. Varios
presidentes se sucedieron en un período turbulento en el que se adoptaron
políticas cada vez más conservadoras y autoritarias. Presionado por los Estados
Unidos, el gobierno de Pedro P. Ramírez declaró la guerra a Alemania y Japón en
1944. En las elecciones presidenciales de 1946 triunfó el entonces coronel Juan
D. Perón, que fue reelegido para el período 1952-1958. En septiembre de 1955,
la revolución encabezada por el general Eduardo Lonardi lo obligó a renunciar a
su cargo. En febrero de 1958 fue elegido presidente constitucional para el
período 1958-1964 Arturo Frondizi, quien no consiguió detener la crisis
económica que asolaba al país desde 1950. A partir de 1962, cuando fue
destituido Frondizi por las fuerzas armadas, se sucedieron diversos gobiernos
militares y civiles. Perón volvió al poder en 1973, y tras su muerte, ocurrida
al año siguiente, lo sucedió en la presidencia su esposa, María Estela
Martínez. Continuaron aumentando los problemas económicos y los conflictos
sociales, y en 1976 un golpe de estado dio el poder a una junta militar,
presidida sucesivamente por Jorge Rafael Videla, Roberto Viola y Leopoldo F.
Galtieri. El 2 de abril de 1982 las fuerzas armadas argentinas recuperaron las
islas Malvinas, en posesión británica. La derrota ante la armada británica
trajo como consecuencia la caída del gobierno castrense. Raúl Alfonsín asumió
la presidencia en 1983 e intentó infructuosamente sanear la economía nacional,
agobiada por la falta de inversiones y el endeudamiento externo. En 1989 las
elecciones dieron el triunfo al peronista Carlos Saúl Menem. Su objetivo fundamental
fue recuperar la disciplina económica y atraer la inversión. Durante su
gobierno se redujo la inflación y la economía se recuperó.
Cuba
Desde 1909 la vida política
de Cuba se desenvolvió normalmente, con las alternativas de algunos movimientos
armados. Desde 1933 se hizo sensible la gravitación política de Fulgencio
Batista, triunfante en la revolución del 4 de septiembre de ese año y
presidente de 1940 a 1944. Batista volvió a la presidencia en 1952, encabezando
un movimiento armado, gobernando desde entonces tiránicamente. En 1956, Fidel
Castro desembarcó en la isla, iniciando un movimiento revolucionario que en dos
años derrocó a las autoridades constituidas. Castro entró en la Habana en enero
de 1959. El primer presidente revolucionario, Manuel Urrutia Lleó, debió
renunciar a corto plazo por oponerse a las influencias comunistas dentro de su
gobierno. Bajo la presidencia de Osvaldo Dorticós Torrado, Fidel Castro
proclamó en 1961 la “República Socialista”.
Entre las medidas decretadas desde entonces figuraron la reforma
agraria, la reforma urbana, la nacionalización de la educación, la
reorganización del poder ejecutivo, la supresión de las elecciones y el
mejoramiento de la flota mercante. Durante las décadas de 1960 y 1970, Cuba se
convirtió en un país satélite de la Unión Soviética, encargándose de exportar
la revolución comunista al Tercer Mundo. Al iniciarse los años ochenta, había
tropas cubanas en Angola y Etiopía, y Cuba prestaba ayuda a gran cantidad de
movimientos guerrilleros en América latina. Para desligarse de su imagen de
mero seguidor de la URSS, Castro asumió un papel de liderazgo en el movimiento
de países no alineados. La caída del comunismo, primero, y la posterior
desaparición de la Unión Soviética (1991) supusieron el aislamiento político y
económico de Cuba. En 1993 el presidente Castro anunció medidas para
liberalizar la economía, la cual se encontraba sumida en una profunda crisis.
DESARROLLO
Los dictadores
México
Porfirio
Díaz
Porfirio Díaz, militar y político
mexicano, presidente de la República (1876-1880; 1884-1911), cuyo ejercicio del
poder ha dado nombre a un periodo de la historia de México conocido como
Porfiriato. Nació en Oaxaca y se alistó en el Ejército, participando en tres
guerras: la guerra mexicano-estadounidense (1846-1848); la guerra civil
(1858-1861) entre liberales y conservadores, llamada guerra de Reforma, en la
que apoyó la causa liberal de Benito Juárez y la guerra patriótica (1863-1867)
contra Maximiliano I, archiduque de Austria y emperador de México.
Díaz no alcanzó la presidencia de
México frente a Juárez en 1867, ni tampoco en 1871. Después de cada derrota
encabezó sendas e infructuosas rebeliones militares, mediante las que pretendía
alcanzar el poder. En 1876 protagonizó una prolongada serie de acciones
militares y derrocó al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, asumiendo la
presidencia de la República. Según la Constitución mexicana, Díaz no podía
permanecer en la presidencia durante dos mandatos consecutivos por lo que tuvo
que renunciar en 1880 aunque continuó en el gobierno como secretario de
Fomento. Fue reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a la
Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo
en el poder hasta 1911.
Al
frente de México, casi como delegado divino, Porfirio Díaz… Don Porfirio, que
era, para la generación adulta entonces, una norma del pensamiento sólo
comparable a las nociones del tiempo y del espacio, algo como una categoría
kantiana. Atlas que sostenía la
República, hasta sus antiguos adversarios perdonaban en él al
enemigo humano, por lo útil que era, para la paz de todos, su transfiguración
mitológica.
A la cultura de la Revolución
Mexicana la anteceden los treinta y tantos años de dominio avasallador del
general Porfirio Díaz, décadas de arraigo profundo de una interpretación
reverente (tanto activa como pasiva) del autoritarismo. Que el nombre del dictador bautice o
sintetice el periodo se explica con facilidad y no sólo por razones
políticas. Comparten rasgos una persona
(Porfirio Díaz), una élite política e intelectual (el grupo conocido como los
“científicos” y sus alrededores literarios) y lo más visible y reconocible de
una época. Tienen en común el orden
impuesto a como dé lugar; la estricta jerarquización del sistema político y la
existencia cotidiana; la devoción ante el modelo europeo (del que adoptan los
rasgos externos, el cuidado de la apariencia, el fetichismo de la
respetabilidad); la fe en un progreso constituido de modo tangible con
ferrocarriles y fábricas y empréstitos y reconocimiento de los demás estados;
las vagas líneas divisorias entre decoro y decoración.
Su régimen
estuvo marcado por logros importantes, pero también por un gobierno severo.
Durante el mandato de Díaz, la economía de México se estabilizó y el país
experimentó un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital
extranjero (sobre todo estadounidense) en la explotación de los recursos
mineros del país; la industria minera, la textil y otras experimentaron una
gran expansión; se construyeron vías férreas y líneas telegráficas; y el
comercio exterior aumentó aproximadamente en un 300%. Por otra parte, los
inversores extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del país, casi todos
los antiguos terrenos comunales (ejidos) de los indígenas pasaron a manos de un
pequeño grupo de terratenientes, y se extendió la pobreza y el analfabetismo.
Las manifestaciones del descontento social fueron reprimidas por Díaz con mano
de hierro, hasta que se produjo la Revolución de 1911, encabezada por Francisco
Ignacio Madero. Díaz fue obligado a dimitir y a abandonar el país. Murió en el
exilio, en París.
Chile
Augusto
Pinochet Ugarte.
Augusto Pinochet
Ugarte, político y militar chileno, jefe del Estado (1973-1990). Nació en
Santiago y estudió en la Academia Militar de Chile. Tras sucesivos y constantes
ascensos de graduación, fue nombrado general de brigada durante el gobierno de
Eduardo Frei Montalva (1964-1970). En la época presidencial de Salvador Allende
fue comandante de la guarnición de Santiago y, en 1972, se le designó
comandante en jefe del Ejército. Protagonizó el golpe de Estado de 1973,
apoyado desde Estados Unidos, que culminó con el derrocamiento y la muerte de
Allende. Pronto, como jefe de la Junta de Gobierno, limitó la actividad política
y su régimen de represión y autoritarismo fue condenado por la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas, en 1977.
En 1980, una Constitución promovida por él le confirmó en el poder para
un periodo de ocho años; dicha Constitución también declaraba que, al final de
ese lapso, se celebraría un plebiscito para determinar si debía continuar en el
desempeño de la jefatura del Estado. El referéndum tuvo lugar en octubre de
1988 y le negó el derecho a prolongar su presidencia a partir de marzo de 1990 (los
votos fueron del 55% en contra de su prórroga presidencial y el 43% a favor),
aunque se mantuvo en su cargo de comandante en jefe del Ejército. El 7 de enero
de 1998, la Cámara de Diputados aprobó una declaración de rechazo a la
inminente incorporación de Pinochet al Senado, tras su retirada de la jefatura
del Ejército, la cual tuvo lugar, el 10 de marzo de ese año.
Augusto Pinochet Ugarte suspendió
inmediatamente la Constitución, disolvió el Congreso, impuso una estricta
censura y prohibió todos los partidos políticos. Asimismo, lanzó una fuerte
campaña represiva contra los elementos izquierdistas del país: miles de
personas fueron arrestadas y centenares de ellas ejecutadas o torturadas;
muchos chilenos se exiliaron, mientras que otros pasaron largos años en prisión
o se dieron por desaparecidos.
Durante los años siguientes, la
Junta Militar gobernó al país con gran rigor, aunque hacia finales de la década
pudo apreciarse una cierta apertura. En 1978 se levantó el estado de sitio
(aunque siguió en vigor el estado de emergencia) e ingresaron más civiles en el
gabinete. Sin embargo, Chile siguió siendo esencialmente un Estado policial.
Una nueva Constitución, la de 1980, sometida a referéndum el día del séptimo
aniversario del golpe militar, legalizó el régimen hasta 1989; Pinochet inició
en marzo de 1981 un nuevo periodo de gobierno, ahora como presidente, con una
duración de ocho años.
En el ámbito económico, el gobierno
de Pinochet aplicó medidas de austeridad que provocaron el recorte de la
inflación y una mayor producción entre 1977 y 1981. No obstante, a partir de
1982, la recesión mundial y la caída de los precios del cobre provocaron un
retroceso de la economía chilena. En 1983 se produjeron amplias protestas
contra el gobierno, seguidas de una serie de atentados en las grandes ciudades.
El aumento de la tensión popular y el progresivo deterioro de la economía
llevaron a Pinochet a reinstaurar el estado de sitio en noviembre de 1984. A
finales de ese mes, se firmó un tratado con Argentina, en el que se ratificaba
la soberanía chilena sobre tres islas del canal de Beagle (Picton, Nueva y
Lennox). En septiembre de 1986, tras un fallido intento de atentar contra la
vida de Pinochet, se desarrolló por parte del gobierno una nueva campaña
represiva.
En agosto de 1988 se levantó
finalmente el estado de emergencia y dos meses después se permitió a los
chilenos organizar un plebiscito sobre si debía o no prorrogarse hasta 1997 el
mandato de Pinochet, que terminaba en marzo de 1989. A pesar de que casi el 55%
del electorado votó por el “no”, el mandato de Pinochet se prorrogó
automáticamente hasta marzo de 1990, a la espera de la celebración de las
elecciones presidenciales y legislativas. En diciembre de 1989, durante los
primeros comicios presidenciales en 19 años, los votantes eligieron por mayoría
al candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin, quien dio inicio al proceso
de transición a la democracia, promovió una serie de reformas económicas y
nombró una comisión para investigar las violaciones de los derechos humanos
cometidas por el régimen de Pinochet. Las reformas económicas iniciadas por
Aylwin permitieron que más de un millón de chilenos salieran de la pobreza. En
las elecciones presidenciales de 1993, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del
antiguo presidente Eduardo Frei Montalva, resultó triunfador.
En
1994 Chile solicitó su entrada en el Tratado de Cooperación Económica
Asia-Pacífico (CEAP) y en el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA).
En 1996 el gobierno de Eduardo Frei logró la integración de Chile en el Mercado
Común del Sur (Mercosur).
En
las elecciones legislativas de diciembre de 1997, la Concertación de Partidos
por la Democracia (integrada por la Democracia Cristiana, el Partido
Socialista, el Partido por la Democracia y el Partido Radical Socialdemócrata)
alcanzó la mayoría en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, y a diferencia
de las elecciones de 1993, la derechista Unión por Chile consiguió aumentar sus
escaños. En el Senado se consolidó también el bloque de derechas, lo que impedirá
llevar a cabo reformas democráticas en la Constitución de 1980, aprobada
durante la dictadura.
Un
mes después, en medio de duras críticas y acusaciones contra Augusto Pinochet,
senador vitalicio a partir de marzo de 1998, el presidente Eduardo Frei
destituyó a su ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, por mantener una
postura demasiado cercana al militarismo y al ex-general.
Argentina
Peronismo
El peronismo es un movimiento
político argentino de carácter populista surgido en 1945 y liderado por Juan
Domingo Perón. Integrado por corrientes muy diversas, que con el tiempo
originarían profundas contradicciones en su seno, y sin la cohesión de un
programa ideológico definido, el peronismo se centró en la personalidad y en la
obra de Perón.
La victoria del peronismo en las
elecciones del 26 de febrero de 1946 se apoyó fundamentalmente en el voto de
los pequeños y medianos propietarios, en el de los trabajadores y en el de la
burguesía industrial. Esta coalición política supo aprovechar los intereses de
los nuevos sectores sociales que el proceso de industrialización había
conformado. Apoyado institucionalmente en el Ejército y en los sindicatos, el
peronismo persiguió la creación de un capitalismo nacional independiente. Dio
un decidido impulso a la industria del país, se nacionalizaron importantes
sectores de la misma, hasta entonces en manos de capital extranjero, y se
invirtieron grandes cantidades en obras públicas. La política social,
dinamizada por la fuerte personalidad de María Eva Duarte de Perón (Evita),
reportó importantes avances laborales, que culminaron con la proclamación de
los Derechos del Trabajador, y mejoras sociales como el sufragio femenino o la
construcción de miles de escuelas y centros de salud.
Uno de los objetivos principales
del peronismo fue la disminución de las desigualdades y la búsqueda de una
conciliación de clases que evitara los conflictos sociales. Hasta la década de
1950, el gobierno justicialista de Perón desarrolló su política con éxito,
pero, a partir de estas fechas, las dificultades y la pérdida de apoyos
debilitaron al movimiento peronista, que exhibió desde entonces una tendencia
más acentuada hacia el autoritarismo. Hacia 1952, dos malas cosechas
consecutivas provocaron la disminución de la capacidad exportadora, que, junto
al aumento de la inflación y de la especulación, determinaron una crisis
económica, agravada por la falta de reservas del Banco Central y por el
endeudamiento exterior.
La presión de la oligarquía; el
acoso de la burguesía industrial, que había visto frustradas sus expectativas;
la oposición de la Iglesia, que no aceptaba medidas como la ley del divorcio o
la legalización de los matrimonios civiles; el descontento de algunos sectores
del Ejército; la muerte de Eva Duarte, que privaba al peronismo de su figura
más popular, y la ruptura del bloque de fuerzas que lo conformaba fueron, en
conjunto, motivos que debilitaron el gobierno de Perón y forzaron su retirada
del poder en 1955. Sin embargo, el peronismo, como corriente política, logró
mantenerse y resistir durante la dictadura militar. Tras el triunfo del Frente
Justicialista en 1973, el peronismo retomó el poder, convocó nuevos comicios y
situó a su líder en la presidencia. La muerte de Perón (1974) agudizó los
enfrentamientos internos.
En 1976, un golpe de Estado militar
desalojó del gobierno a los peronistas. La recuperación del poder por los
peronistas se consiguió en 1989, seis años después de la restauración de la
democracia en Argentina —y del triunfo del radicalismo en las elecciones democráticas
de 1983—, de la mano de Carlos Saúl Menem, líder del peronismo y desde entonces
presidente de Argentina.
Juan
Domingo Perón
Juan Domingo Perón (1895-1974),
político argentino, fundador del peronismo (movimiento político actualmente
aglutinado en el Partido Justicialista), presidente de la República (1946-1952;
1952-1955; 1973-1974) y una de las figuras latinoamericanas más destacadas del
siglo XX, que llevó a cabo importantes cambios en la política de Argentina.
Nació en Lobos (provincia de Buenos
Aires) el 8 de octubre de 1895, y estudió en el Colegio Militar (1911-1913) y
en la Escuela Superior de Guerra (1926-1929). En 1930 participó en un
levantamiento militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen, y fue
nombrado secretario privado del ministro de la Guerra (1930-1935). Más tarde
impartió clases en la Escuela Superior de Guerra, pasó un año en Chile como
agregado militar, publicó cinco libros sobre historia militar y viajó a Italia
para estudiar métodos militares alpinos. A su regreso a Argentina en 1941,
Perón, admirador del dictador fascista italiano Benito Mussolini, fundó el
Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que en 1943 protagonizó un golpe de Estado que
depuso a Ramón Castillo y procedió a transformar el movimiento sindical,
debilitando la influencia que ejercían sobre él los partidos de izquierdas,
para lo que promulgó nuevas leyes, reformó las existentes y creó nuevos
sindicatos. Alcanzó popularidad entre las clases obreras, pero según crecía su
poder (fue nombrado vicepresidente de la República además de ministro de la
Guerra) aumentaba la oposición entre las Fuerzas Armadas. El 9 de octubre de
1945 fue obligado a dimitir de sus cargos, siendo detenido y encarcelado. La
dimisión de Perón provocó una crisis de gobierno que fue resuelta el 17 de
octubre, cuando sus seguidores sindicalistas, especialmente la Confederación
General del Trabajo (CGT), lograron su puesta en libertad. Cuatro días más
tarde, Perón, que era viudo, se casó con su compañera, María Eva Duarte, más
conocida por el nombre de 'Evita', quien, como primera dama de la Argentina,
dirigió las relaciones sindicales y los servicios sociales puestos en marcha
por el gobierno de su marido, hasta su prematura muerte en 1952. Adorada por
las masas, influyó para que se estableciera el sufragio femenino (logrando la
integración de la mujer en la vida política argentina) y fue, más que nadie, la
responsable de la popularidad del régimen de Perón (quien manejaba a las masas
con consumada habilidad). En octubre de 1946, Perón promulgó un ambicioso plan
quinquenal para la expansión de la economía, que consistía principalmente en
utilizar el gasto público como medio para reactivar el mercado luego de la
recesión por la que había pasado.
Tras una campaña electoral
represiva y violenta, Perón fue elegido presidente en 1946, con el 56% de los
votos. Creador de su propio movimiento, el peronismo, siguió políticas
sindicalistas, nacionalistas y populistas, con la ayuda de su esposa, que pasó
a ser un destacado miembro influyente, pero informal, de su gobierno. Sin
embargo, a principios de la década de 1950 comenzaron a disminuir las ventajas
de que gozaba la clase trabajadora de las ciudades. La muerte de Evita (1952),
las dificultades económicas, la creciente agitación laboral y la excomunión de
Perón por parte de la Iglesia católica debilitaron aún más su gobierno. Su
derrocamiento a manos del Ejército, en 1955, fue reflejo del rechazo popular a
su gobierno dictatorial. Sin embargo, durante sus 18 años de exilio, Perón
contó con la adhesión de los sindicatos y su influencia en la política de
Argentina, apoyando a sus seguidores en su intento por alcanzar el poder.
Finalmente, se le permitió regresar a Argentina, una vez que los peronistas,
agrupados en el Frente Justicialista de Liberación, vencieron en las elecciones
presidenciales de 1973, y fue reelegido presidente, con su tercera esposa,
María Estela Martínez de Perón, como vicepresidenta. Murió, en el ejercicio de
ese cargo, el 1 de julio de 1974, sustituyéndole al frente de la presidencia su
esposa.
Carlos
Saúl Menem
Carlos Saúl Menem, político
argentino, presidente de la República (1989-hasta ahora ), el primero que
accedió al cargo, desde 1928, siguiendo los cauces constitucionales de sucesión
del anterior jefe de Estado.
Nacido el 2 de julio de 1930 en
Anillaco (La Rioja), hijo de inmigrantes sirios, fue educado como musulmán
suní. En su adolescencia, se convirtió al catolicismo e inició su actividad
política cuando realizaba sus estudios universitarios. A los 25 años, se
licenció en derecho por la Universidad de Córdoba. Miembro del Partido
Justicialista (la organización política del peronismo), en 1955 fundó las
Juventudes Peronistas. Al año siguiente, fue encarcelado por su participación
en el intento de restablecer en el poder al desterrado Juan Domingo Perón, y se
convirtió en asesor legal de la Confederación General del Trabajo (CGT), el
sindicato peronista, función que desempeñaría hasta 1970. En las elecciones de
1962, se presentó candidato al cargo de gobernador adjunto de su provincia
natal de La Rioja, pero el golpe militar que derrocó al presidente Arturo
Frondizi malogró la aplicación práctica de los resultados de los comicios. Sin
embargo, en 1963 fue elegido presidente provincial del Partido Justicialista.
En 1973, tras el regreso al poder
de Perón, Menem venció en los comicios para elegir gobernador de la provincia
de La Rioja. Fue encarcelado en 1976, cuando la presidenta María Estela
Martínez de Perón, viuda y sucesora del dictador, resultó derrocada por un
golpe militar que supuso el acceso al poder de la Junta Militar presidida por
Jorge Rafael Videla, y no salió en libertad hasta 1981.
Reelegido gobernador de La Rioja en
1983 y 1987, al año siguiente recibió la nominación peronista para la
candidatura presidencial. En mayo de 1989, fue elegido presidente de la
República tras vencer a E. C. Angeloz, el candidato de la Unión Cívica Radical.
Sustituyó, por tanto, a Raúl Alfonsín (el primer presidente elegido
democráticamente después del lapso dictatorial que había transcurrido desde
1976 hasta 1983), con lo que se confirmaba el pleno retorno a la democracia en
Argentina, al producirse, en julio de 1989, la primera transición plenamente
constitucional desde hacía 71 años. Figura hasta cierto punto extravagante,
describió la corriente política a la que pertenecía desde su irrupción en la
vida pública, el peronismo, con los calificativos de: nacionalista, populista,
humanista, socialista y cristiana. Menem trabajó desde el principio de su
mandato para reformar la estructura del Estado, privatizar el sector público
industrial, alcanzar un mercado libre, profundizar en el perdón a los militares
implicados en la dictadura (en diciembre de 1990, su gobierno concedió el
indulto a los miembros de las distintas juntas militares) y restablecer relaciones
con Gran Bretaña tras la guerra de las Malvinas (1982). En 1991, el gobierno de
Menem se unió a los de Brasil, Paraguay y Uruguay para firmar el Tratado de
Asunción, que confirmó la intención de estos países de crear el Mercado Común
del Sur (Mercosur). En 1992, el mismo año en que se reanudaron las relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña, Menem ordenó que se hicieran públicos todos los
expedientes secretos sobre las actividades nazis en Argentina posteriores a la
II Guerra Mundial. Dos años más tarde, Argentina se adhirió al Tratado de
Tlatelolco (cuyo acuerdo original databa de 1967) y entró, por tanto, a formar
parte del Organismo para la Proscripción de Armas Nucleares de América Latina
(OPANAL).
En mayo de 1995, tras lograr un año
antes la reforma constitucional que le permitía renovar mandato, resultó
reelegido presidente de la República, y el Partido Justicialista obtuvo la
mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; su victoria se basó en la
estabilidad económica de que gozaba el país, lo que beneficiaba a las clases
altas, así como en el arraigo del peronismo en las clases populares. En febrero
de 1997, Menem se autodescartó para presentarse a un tercer mandato, lo que
habría provocado una nueva reforma constitucional, ya que la última sólo
permitía dos mandatos consecutivos. En las elecciones de octubre de ese año,
que, entre otros cargos, renovaban parcialmente la Cámara de Diputados, el
peronismo fue ampliamente derrotado por la Alianza por el Trabajo, la Educación
y la Justicia (formada por la Unión Cívica Radical y el Frepaso), con lo que el
gobierno de Menem vio complicados sus dos últimos años en el poder.
Cuba
Fidel
Castro
Fidel
Castro (1927-y aún sigue ), político cubano, principal dirigente de la
República desde 1959, artífice de la Revolución Cubana y uno de los más
destacados líderes de Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX. Nacido el 13 de agosto de 1927 en Mayarí,
hijo natural de un inmigrante español, plantador de azúcar, Castro se afilió al
Partido del Pueblo Cubano en 1947, y se doctoró en leyes por la Universidad de
La Habana en 1950. Después de que Fulgencio Batista se hiciera con el control
del gobierno cubano en 1952 y estableciera una dictadura en el país, Castro se
convirtió en el líder del grupo Movimiento, una facción antigubernamental
clandestina cuyas acciones culminaron con el asalto al cuartel de Moncada (en
Santiago de Cuba) el día 26 de julio de 1953, hecho por el cual fue
encarcelado. En el juicio subsiguiente se hizo cargo de su propia defensa, cuyo
alegato se manifestó por medio de un discurso (la historia me absolverá) que,
más tarde, se convertiría en una importante consigna política para los
revolucionarios.
Condenado a 15 años de
prisión, fue amnistiado en 1955, y se exilió sucesivamente en Estados Unidos y
México, donde fundó el Movimiento 26 de Julio. El 2 de diciembre de 1956,
regresó a Cuba con una fuerza de 82 hombres, de los cuales 70 murieron en
combate nada más desembarcar desde el barco Granma
en la playa de las Coloradas, en el extremo suroccidental de la isla. Castro,
su hermano Raúl y Ernesto Che Guevara se encontraban entre los 12 supervivientes. Con su base
principal en sierra Maestra, donde habían conseguido internarse los
revolucionarios dirigidos por Fidel Castro, el Movimiento 26 de Julio fue
ganando apoyo popular, principalmente en los ámbitos
estudiantiles (Directorio 13 de Marzo), y en diciembre de 1958, con respaldo
del Partido Popular Socialista, avanzó hacia La Habana, ciudad de la cual hubo
de huir Batista el 1 de enero de 1959 y en la que entró el propio Castro siete
días después, acto que pondría colofón al definitivo triunfo de la Revolución
Cubana. Castro se declaró a sí mismo primer ministro en febrero de 1959, cargo
que ostentó hasta 1976, en que asumió la presidencia del Consejo de Estado, que
según la nueva Constitución de diciembre de ese año englobaba la jefatura del
Estado y del gobierno.
Fracasado su intento de
establecer relaciones diplomáticas o comerciales con Estados Unidos, negoció
acuerdos sobre armamento, créditos y alimentos con la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y llevó a cabo la depuración
de sus rivales políticos. Nacionalizó los recursos cubanos, afrontó una
profunda reforma agraria basada en la colectivización
de propiedades y estableció un Estado socialista de partido único (el Partido
Unido de la Revolución Socialista, que en 1965 pasaría a denominarse Partido
Comunista Cubano y cuya secretaría general asumiría el propio Castro), que
llevó a un gran número de cubanos ricos al exilio. Estados Unidos vio con
disgusto cómo el nuevo régimen embargaba las empresas de titularidad
estadounidense, y en 1960 anuló los acuerdos comerciales que mantenía, a lo que
Castro respondió en septiembre de ese año con la Primera declaración de La Habana, reafirmando la soberanía cubana
frente al imperialismo estadounidense. Un grupo de exiliados cubanos recibió el
respaldo del gobierno de Estados Unidos, en un infructuoso intento por
derrocarlo que tuvo lugar en abril de 1961 y pasó a ser conocido como el
desembarco de bahía de Cochinos.
Desde ese momento,
Castro se alineó abiertamente con la URSS, dependiendo cada vez más de su ayuda
económica y militar. En 1962, estuvo a punto de producirse una guerra nuclear,
cuando la URSS situó en Cuba cabezas nucleares
de alcance medio, ante la oposición estadounidense. La llamada crisis de los
misiles de Cuba concluyó tras la celebración de negociaciones entre el
presidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, y el máximo dirigente
soviético, Nikita Jruschov.
Durante las siguientes décadas,
Castro alcanzó gran reconocimiento entre los países miembros del Tercer Mundo,
gracias a su liderazgo de la Organización de Países No-Alineados (que presidió
desde 1979 hasta 1981). A finales de la década de 1980, cuando la URSS inició
sus procesos de glasnost (en ruso,
‘apertura’) y perestroika (en ruso,
‘reestructuración’), bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, Castro mantuvo la
aplicación del régimen marxista-leninista que había instaurado a principios de
la década de 1960. Sin embargo, con el
inicio del proceso de desintegración de la URSS y del COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1990, los problemas
económicos de Cuba empeoraron. En 1993, en un intento por alcanzar una economía
mixta, Castro aprobó reformas económicas limitadas que legalizaron algunas
empresas privadas.
En 1996, el Congreso de
Estados Unidos aprobó la denominada Ley Helms-Burton, que articulaba legalmente
el boicoteo económico a Cuba, al pretender penalizar a las empresas que
mantuvieran relaciones comerciales con otras radicadas en la isla. Por su
parte, la Unión Europea (UE), en clara oposición, presentó una serie de medidas
aprobadas por los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros para
neutralizar los efectos de la Ley Helms-Burton.
Durante su intervención
en el V Congreso del Partido Comunista Cubano (octubre de 1997), Castro
reafirmó la idea de que Cuba no se dirigiría hacia el capitalismo, lamentando
las aperturas que su gobierno hubo de consentir debido a
la caída de los principales regímenes comunistas. En febrero de 1998, poco
después de una visita histórica del papa Juan Pablo II a la isla, resultó
reelegido nuevamente por la Asamblea Nacional del Poder Popular como presidente
de la República, por otro mandato de cinco años. El socialismo y las conquistas
de la revolución, cada vez más acosadas por las amenazas y el bloqueo
estadounidenses, permanecieron como referencias ineludibles del propio Castro
en su discurso de clausura de la constitución de la cámara que le había elegido,
en el cual volvió a reiterar que no habría transición al capitalismo en Cuba.
De otro lado, el gobierno del presidente estadounidense Bill Clinton decidió, a
finales de marzo, suavizar su embargo sobre la isla.