Danza de los Millones.
Introducción.
La industria
azucarera es un sector económico dedicado a la siembra, cosecha y procesado de
la caña de azúcar. Acompaña la economía dominicana desde la era de la
colonización.
El desarrollo
económico de la República Dominicana va de la mano con la Industria Azucarera.
Su evolución y promoción para llegar a beneficiar al país datan desde el siglo
XVI, cuando Gonzalo Velosa fundó en las márgenes del Rio Nigua el primer
trapiche movido por caballos para fabricar azúcar de caña en la isla.
La evolución y
crecimiento de todo cuanto representa la actividad productiva del azúcar en la
República Dominicana, ha sido llevado a varias obras que ocupan lugares
distintivos en bibliotecas, trabajos de negocios, entre otros, que constituyen
documentos sugerentes y emotivos del avance nacional, algunos de ellos tratados
en este trabajo.
Es por todo
esto y más, que se eligió la industria azucarera como tema de investigación. El
objetivo principal de este trabajo es dar a conocer no solo las altas y bajas
de la economía provocadas por la industria, sino también indagar sobre esa
organización que llego a dar beneficios insuperables al país en función de la
época, la idea es que a partir de este análisis, en ocasiones posteriores se
puedan identificar las fallas e incorporar mejores estrategias que garanticen
la productividad, para que el sector no solo este enfocado en la producción en
masa sino que implementen mejoras que a fin de cuentas resultan en beneficios,
avances en la industria, y desarrollo en el país.
Palabras Claves.
1. Caña de
azúcar:
Caña de tallo
leñoso que está lleno de un tejido esponjoso y dulce del que se extrae el
azúcar.
2. Zafra:
Cosecha de la
caña dulce. Fabricación del azúcar y el tiempo que dura dicha fabricación.
Contenido del proyecto.
Mercado de Trabajo.
El trabajo
cualificado aumenta su importancia relativa cuando en los centrales y en la
industria azucarera se generaliza la tecnología de proceso continuo, pero
también crece la demanda de trabajadores para el corte y tiro de la caña. Lo
que la mejora técnica produjo fue un importante incremento de la productividad
de los trabajadores en el campo de la caña y en la fabricación del dulce, que
es lo que hace viable la actividad en una coyuntura de competencia
internacional. Las mejoras tecnológicas produjeron ahorro del número de horas
de trabajo y de nómina, con el mismo nivel de azúcar producido, se demuestra
cuando se calculó el crecimiento de la zafra a corto plazo y lo comparamos con
el de la zafra a largo plazo.(Martínez, 2011)
La industria azucarera
tuvo su apogeo en la década de 1970, aunque años antes, en 1963 contaba con
27,000 empleados y tuvo mucho auge tras la Segunda Guerra Mundial. Para ese
entonces había 3,200 colonos cultivando caña en sus conucos y fincas para luego
venderlas a los ingenios. En los ingenios la situación era tal que empleaba a
100,000 personas desde braceros procedente desde Haití hasta técnicos y
gerentes dominicanos. El monocultivo azucarero dominaba en más del 90% las
exportaciones y era la principal fuente de divisas para el país. Ya para
mediados de los 1980 la industria comenzó a descender en términos relativos y
absolutos. Para ese entonces sólo empleaban a unas 65,000 personas; de éstas
50,000 era braceros haitianos.
Por lo general,
la jornada de trabajo era de doce horas, comenzaba a las seis de la mañana y
terminaba a las seis de la tarde. El domingo era el único día relativamente
libre, por lo que la jornada de trabajo era de seis días a la semana o de 72
horas. Lo del hambre era permanente. Por lo general el jornal semanal estaba
comprometido con los vales de la bodega, donde se aplicaba diferentes métodos
de engaño. Como consecuencia el bracero permanecía endeudado con el ingenio,
sin otra opción que aceptar el salario que se le ofertara, que fue el comportamiento
típico del trabajador extranjero.
El trabajador
negro era la garantía que tenían los capitalistas para invertir y maximizar
beneficios, porque árabes, españoles, chinos e italianos se dedicaron a
diversos negocios diferentes al del azúcar. De la siguiente manera se resumen
las inmigraciones incentivadas para que se dedicaran al corte y tiro de la
caña: Para los ingenios de San Pedro de Macorís, la cantidad de 1,500 y 2,967
cocolos en 1900 y 1902.
Para la zafra
se estimaba un total de 4,500 trabajadores; en 1910, entre 3,500 y 4000 obreros
de diversas nacionalidades; en 1912, la cantidad de 5,000 cocolos, para la
industria el estimado era de 4,885 trabajadores; en 1913 la cantidad de 4,885
inmigrantes cocolos, de los cuales 750 para el ingenio Angelina y 300 el
Cristóbal Colón. Para la zafra de la industria en 1914 y 1915 la demanda de
trabajadores se estimaba en la cantidad de 5,000, de los cuales 1,315 procedían
de las islas inglesas, holandesas y danesas y 2,020 puertorriqueños. Para 1916
se estimaban en 4,485 los cocolos en los ingenios del país.
En las primeras
dos décadas del siglo xx, el promedio de permanencia del bracero en los
cañaverales era de cuatro meses y medio, aunque luego, por el crecimiento de la
productividad a corto plazo, se reduce al estabilizarse la cantidad de materia
prima requerida para cumplir con el programa de producción de azúcar. Durante
el tiempo muerto del ingenio su situación empeoraba, causando migraciones
internas, hacia el Cibao de manera específica, también a la parte montañosa, en
busca de un salario que pudieran combinar con la economía de subsistencia. La
migración interna no era solo de trabajadores de Haití, Jamaica y procedentes
de las pequeñas islas del Caribe, sino también de campesinos dominicanos. Los
importados, en teoría, debían salir del país luego de terminada la zafra
azucarera, pero como el desempleo pura y simple era la alternativa en el país
de procedencia, preferían quedarse y subsistir en espera de la nueva zafra,
comportamiento que también era típico en Cuba, principalmente entre 1913 y
1919.
Los intereses
del trabajador y del ingenio. Para el trabajador, lo relevante era maximizar el
jornal real a través del pago de un salario nominal, que tomara en cuenta su
productividad o al menos el costo de la vida, mientras el ingenio trataba de
minimizarlo, porque de ello dependía el objetivo de agilizar la recuperación
del capital invertido. Para el trabajador el jornal real del día, que se pagaba
semanalmente, definía la oferta de brazos, por lo menos en el caso del
campesino dominicano, que de alguna manera relacionaba el jornal monetario que
recibía con el precio de los alimentos, vestidos, alojamiento y otros conceptos
que componían la canasta básica diaria suya y la de sus dependientes, que debía
ser su salario real. El salario monetario del trabajador en la industria creció
a una tasa media anual de 5.14%, mientras el real decreció 6.5%, por la
inflación anual que superó el aumento del salario.
Durante algunos
años fue de significación la diferencia en inflación, y lo mismo puede decirse
de la demanda trabajo. Por ejemplo, el salario nominal creció más rápido que la
inflación durante las zafras 1900/01, 1909/10, 1921/22 y 1929/30, mientras fue
de 4% la inflación promedio durante las zafras de 1910/11 a 1920/21, superando
el crecimiento del salario nominal de 2.47% en los mismos años.
El crecimiento
del salario nominal fue neutro durante las zafras de 1915/1916 a 1924/25,
porque la inflación creció prácticamente en el mismo porcentaje. En el gráfico
que sigue se advierte que la demanda de trabajo y la nómina tuvieron igual
evolución hasta la zafra 1915/16.
Figuras 3.1 Nómina pagada y demanda de trabajo
(1899–1930)
En la
actualidad la Central Romana emplea a más de 25,000 personas, siendo el mayor
empleador privado en la República Dominicana.
Cantidad de empresas.
Central Romana
Corporation
A partir de
1911, dos años después de la ocupación militar norteamericana del país, la
South Porto Rico Sugar Company adquirió 20,000 acres en La Romana, para
expandir su producción ya que en Puerto Rico, donde estaban todas sus
operaciones, ya no había suficiente tierras para ello. La South Porto Rico
Sugar Company importó la caña desde Puerto Rico, además de la mano de obra
puertorriqueña (y luego negros de las Antillas inglesas conocidos como Cocolos)
para la zafra, y exportaba la caña a Puerto Rico para allí ser elaborada y
refinada. En poco tiempo las operaciones de la South Porto Rico Sugar Company
en La Romana se extendieron a tal grado que decidieron construir la Central
Romana con una capacidad de molienda de 2,000 toneladas de caña diariamente y
era suplido por 7,300 acres de caña bajo cultivo. Central Romana se hizo líder
en la producción de azúcar y sus derivados en República Dominicana y por muchos
años fue el ingenio más grande del mundo. Hoy en día, Central Romana posee más
de 200,000 acres de terreno, la refinería de azúcar tiene una capacidad de más
de 125,000 toneladas.
Consorcio
Azucarero del Caribe
El Consorcio
Azucarero del Caribe, S.A., es de capital mexicano y pertenece al grupo
SUCARMEX. Obtuvo mediante licitación pública cinco de los diez ingenios. Son
estos ingenios Consuelo, Quisqueya, Boca Chica, Ozama y Río Haina. Ambos en
conjunto con una capacidad de molienda de 19,777 toneladas cortas de caña por
día equivalente al 60% del total de los diez ingenios y el 31% del total
nacional.
Grupo Vicini
Otro gigante en
la industria azucarera dominicana ha sido la Casa Vicini. Fundado en 1883 en
San Pedro de Macorís, es uno de los consorcios azucareros más antiguos del
país. Para la zafra de 1883/1884 ya poseía 11,000 tareas con una red
ferroviaria de 7 kilómetros. Sus instalaciones son de las más eficientes en
toda el área del Caribe con capacidad para moler 8,000 toneladas métricas de
caña cada 24 horas. En adición a sus ingenios Cristóbal Colón y Angelina (San
Pedro de Macorís), también posee el antiguo ingenio Italia, hoy ingenio CAEI
(San Cristóbal).
Consorcio Caña
Brava
Este consorcio
adquirió los ingenios Montellano y Amistad en el norte del país con una
capacidad en conjunto de molienda de 2,721 toneladas métricas de caña diario,
que representa el 9% de la capacidad instalada de los ingenios públicos y el 4%
de la capacidad instalada a nivel nacional. Ingenio Monte Llano (adquirido),
localizado en el municipio de Sosúa, provincia de Puerto Plata, en la costa
norte del país. Ingenio Amistad (adquirido), localizado en el municipio de
Imbert, provincia de Puerto Plata, en la costa norte del país.
Consorcio
Azucarero Central
El Consorcio
Azucarero Central posee el 51% del capital de inversionistas norteamericanos y
franceses. Le fue otorgado el Ingenio Barahona, ubicado en la misma provincia,
y tiene capacidad instalada para moler 4,536 toneladas métricas de caña por
día, para un 14% del total de ingenios y de un 7% del total nacional. Ingenio
Barahona (adquirido), localizado en la ciudad costera del suroeste del mismo
nombre.
El gran gigante
de la industria azucarera ha sido el Estado dominicano con su Consejo Estatal
del Azúcar conocido por sus siglas CEA. Fue creado en 1966 por las propiedades
incautadas a la familia Trujillo. Está constituida por los ingenios Central Río
Haina, y Santa Fe (San Cristóbal); Consuelo, Porvenir, y Quisqueya (San Pedro
de Macorís); Ozama, y Boca Chica (Santo Domingo); Barahona (Barahona); y por
último Amistad, y Montellano (Puerto Plata). En conjunto, los ingenios de la
CEA tienen una capacidad instalada de molienda diaria de 34,700 toneladas de
caña. Varios ingenios de la CEA han sido privatizados o han cesado sus
operaciones por la crisis en el precio de azúcar en los mercados
internacionales.
Descripción básica del sistema productivo.
Definiremos el
procesamiento de la caña de azúcar como las operaciones que se realizan desde
el corte de la caña hasta su conversión al final en azúcar.
Labores de
campo, cosecha y patios de caña
El proceso
productivo inicia con la preparación del terreno, previo a la siembre de la
caña. La planta madura entre los 12 y 14 meses. Se procede a cortarlas y
recogerlas para llevarlas a los patios de caña, donde se determinan las
características de calidad y el contenido de sacarosa, fibra y nivel de
impurezas.
Picado y
molienda de la caña
En el proceso
de picado las cuchillas giradores cortan los tallos y los convierten en
astillas para facilitar la extracción del jugo en los molinos. La caña picada
llega al tanden de molinos, donde mediante presión se extrae el jugo de la
caña. En el recorrido de la caña por el molino se agrega agua para extraer al
máximo la cantidad de sacarosa que contiene el material fibroso. Este proceso
de extracción es llamado maceración.
Pesado de jugo
y Clarificación
El jugo diluido
que se extrae de la molienda se pesa en básculas con celdas de carga para saber
la cantidad de jugo sacarosa que entra en la fábrica. Este jugo contiene un pH
de 5.2, el cual se trata con cal con el objetivo de elevar el pH y minimizar
las posibles pérdidas de sacarosa. La clarificación del jugo se da por
sedimentación; los sólidos no azúcares se precipitan en forma de lodo llamado
cachaza y el jugo claro queda en la parte superior. Este jugo sobrante se envía
a los evaporadores.
Evaporación
El jugo claro
que posee casi la misma composición del jugo crudo extraído se recibe en los
evaporadores con un porcentaje de sólidos solubles entre 10 y 12% y se obtiene
una meladura o jarabe con una concentración aproximada de sólidos solubles del
55 al 60%.
Cristalización
La
cristalización se realiza en tachos y el material resultante que contiene
líquido (miel) y cristales (azúcar) se denomina masa cocida. Este proceso se
lleva a cabo en tres templas para lograr mayor concentración de sacarosa.
Centrifugación
La masa pasa
por las centrífugas en las cuales los cristales se separan del licor madre por
medio de una masa centrífuga. La miel que sale de las centrífugas se bombea a
tanques de almacenamiento para luego someterla a evaporizaciones y
cristalizados superiores. Al cabo de tres cristalizaciones sucesivas se obtiene
una miel final que se retira del proceso y se comercializa como materia prima
para la elaboración de alcoholes.
Secado y
Enfriamiento
El azúcar se
transporta por elevadores en los cuales la misma se coloca en contacto con el
aire caliente que entra en contracorriente. El azúcar debe tener baja humedad,
aproximadamente 0.05% para evitar la formación de terrones. El azúcar se seca
con temperatura cercana a 60º c, se pasa por los enfriadores rotatorios
inclinados que llevan el aire frío en contracorriente, en donde se disminuye su
temperatura hasta aproximadamente 40–45º c para conducir al envase.
Envase
El azúcar seca
y fría se empaca en sacos de diferentes pesos y presentaciones dependiendo del
mercado, para su posterior venta y comercialización.
Subproductos de
la caña
Hay numerosos
productos que pueden ser fabricados a partir de los subproductos de la caña,
quizás más de 100, pero más del 90% de ellos no tiene ningún interés económico,
bajo las condiciones actuales de tecnología y mercados existentes.
En condiciones
normales una tonelada de caña cortada verde, producirá:
A continuación
mostraremos los principales subproductos de la caña que son potencialmente
importantes para su desarrollo, junto con aquellos que han probado ser de
interés económico bajo condiciones normales.
- El cogollo o tope de la caña y el barbojo
- El bagazo
- La cachaza o fango de los filtros
- La miel fina o melaza
Cogollo
El cogollo o
punta blanca se utiliza mayormente como alimento de los bueyes que tiran la
caña, es decir; es el combustible más barato utilizado por la industria
azucarera, no tiene otro uso de importancia.
Las hojas de la
caña, pueden ser utilizadas como combustible en los ingenios, su valor
calorífico es similar al de un bagazo cuando se recogen secas. En el Central
Romana el método utilizado es el de pasar un tractor con un aditamento para
hacer filas en hileras y después una máquina cosechadora de pastos que la
recoge, lo repica y lo impulsa por medio de un ventilar de tiro hacia la
carreta. El costo de operación de recogida es de unos RD$25.00 por tonelada de
barbojo repicado.
El bagazo
La utilización
del bagazo como combustible se remonta a los orígenes mismos de la industria
azucarera.
Se considera
que un ingenio bien diseñado y eficientemente operado requiere unos 35KWH de
electricidad y 1,100 libras de vapor por tonelada de caña molida por hora; un
ingenio que reúne estas condiciones moliendo un promedio de 4,800 TCD en una
zafra con una duración de unos 180 días, molería un total de 864,000 T.C.,
produciendo un excedente de unas 140,000 toneladas de bagazo, o un promedio de
777 toneladas de bagazo por día. Este excedente, quemado en caldera de alta
presión y maquinas generadoras de condensación podrían producir unos 20,000 KWH
de emergía cada hora durante esos 180 días. Esta energía se produciría a un
costo de menos de 3.0 US$/KWH. La generación de electricidad a partir de
excedente de bagazo es sin duda alguna la mejor y más sencilla utilización del
mismo.
La cachaza
El principal
uso de la cachaza es el acondicionamiento de terrenos y en menor escala el de
fertilizante.
La cachaza
contiene alrededor de 1.5% de fósforo y 1% de nitrógeno. En el central Romana se
han obtenido resultados extraordinarios al agregar cachaza en una proporción de
40 toneladas por acre sobre terrenos calcáreos del área. Su utilización para la
fabricación de levadura forrajera torula es factible por lo que se continúa
estudiando el proceso.
Miel fina o
melaza
En el año 1988
la industria produjo un total de 54, 951,000 galones americanos de melaza. Las
exportaciones fueron 28, 876,000 galones. El consumo directo en alimento de
ganado, 4 millones de galones en la producción industrial de ron, alcohol
industrial, levadura y alimento forrajero preparado.
Para producir 1
galón de alcohol deshidratado se necesitan 2.5 galones de miel fina. El costo
de la materia prima seria de US$0.85 por galón de alcohol producido, más unos
US$0.25 en costos de producción para hacer un total de US$1.10 el galón de
alcohol.
Furfural
El furfural es
un líquido aromático, con un olor peculiar producido a partir de un número de
materias vegetales que contienen pentosanas, se requieren 20 toneladas de
bagazo para producir 1 tonelada de furfural.
La inversión
requerida en una planta que produzca unas 5,000 toneladas por año, que es el
tamaño considerado como la mínima capacidad por los fabricantes de equipos, es
de uno US$22 millones. El costo de producción de una planta de este tamaño es
de alrededor de US$400 por tonelada.
Ácido cítrico
La fermentación
de melaza para la producción de ácido cítrico es un ciclo aeróbico complejo. El
rendimiento obtenido por el proceso de la Pfizer es de 65% del peso de los
azúcares totales usados.
Un galón de
melaza de 55% azúcares totales y 85 grados brix produciría 3.5 libras del
ácido. Para la producción de 2,500 toneladas de ácido cítrico anual consumiría
aproximadamente 1, 450,000 galones de melaza. Este ácido es utilizado
mayormente en las fábricas de refrescos, caramelos y productos farmacéuticos.
Alcohol
combustible
Una industria
derivada de la caña de azúcar que amerita un comentario especial es la de la
producción de alcohol combustible a partir del jugo de la caña.
Figuras 5.1 diagrama de subproductos de
la caña.
Evolución de la tecnologia utilizada.
El desarrollo
de las plantaciones orientadas a la exportación no eliminó la agricultura de
alimentos para el mercado interno. Por el contrario, la agricultura de
alimentos aprovechó las tecnologías modernas aplicadas en las plantaciones para
aumentar su producción y productividad.
La
transformación del campo dominicano durante el siglo XX no puede explicarse sin
la importación de tecnologías desarrolladas en países del norte del planeta que
ya habían realizado su revolución industrial.
La industria
azucarera dominicana ha registrado avances que la colocan como puntera en
materia de adopción de tecnología. Los avances se han dado, principalmente, en
las áreas agrícolas, de transporte terrestre y ferroviario, pero con mayor
énfasis en la parte fabril. La evolución se ha dado de manera preponderante en
la parte de la industria correspondiente al sector privado
Las
estadísticas establecen que en 1980 el área bajo cultivo fue de 4, 488,000
tareas y para 2009 eran apenas 1, 462,000, una reducción absoluta de 3,
026,000, equivalentes a un 67.42%.
Un estudio
señala que como consecuencia de esa deficiencia estatal en el manejo de la
industria azucarera, que además trajo consigo la obsolescencia de la tecnología
por falta de inversión y de rentabilidad financiera, la producción de azúcar,
que en 1980 era de 9.1 millones de toneladas, equivalentes a 38.5 millones por
hectárea, se redujo a 4.62 millones de toneladas métricas de azúcar para 2009.
Los ingenios
privados han realizado grandes inversiones en tecnologías agrícolas, fabriles,
de transporte y en el área social. Destaca que hasta 2008 el monto global de
inversión alcanzó los US$1,000 millones, distribuidos entre Central Romana,
Cristóbal Colón y Barahona, como empresas en producción.
Central Romana,
que produce el 70% de la producción nacional, ha ejecutado el 65% al destinar
US$650 millones. Los recursos invertidos fueron para la renovación de caña, con
nuevas variedades, compra de 47 cosechadoras, 300 tractores, 46 cargadoras y
RD$32 millones en su capítulo social. Todos estos equipos están destinados a la
mecanización agrícola y al corte y tiro de la caña, que está en proceso en más
de un 50%.
Gracias a esta
inversión, Central Romana ha logrado el aumento del uso de la capacidad
instalada, llevándola al 90%, y también, reducir el tiempo perdido en la
fábrica hasta un 5.6%, cuando la media en la industria está sobre el 30%.
Las áreas de
mayor inversión fueron la agrícola con US$40 millones, factorías con US$37
millones y transporte con US$22 millones. El ingenio Barahona tiene un 80% del
corte mecanizado, por lo que sólo participan alrededor de 280 picadores.
En el área
agrícola, Barahona ha renovado 146,000 tareas de caña, que incluyen un área
recuperada de más de 2,000 campos con 32,000 tareas. Detalla que fueron
niveladas alrededor de 15,000 tareas fueron introducidas otras 15 nuevas
variedades de caña. Fueron reparados, según el informe, 882 kilómetros de
canales de riego y 508 kilómetros de drenaje. Se instaló un sistema de riego
por goteo que abarca alrededor de 14,500 tareas y otro sistema por ventana que
cubre cerca de 5,000 tareas. Dentro del plan de renovación de flotilla fueron
comprados 128 equipos livianos y 66 pesados, así como 18 cosechadoras, 31
carretas hidráulica, 28 camiones y 40 motobombas. En el lado fabril el ingenio
Barahona, dentro de su programa de tecnificación y rehabilitación, reparó calderas
e instaló un vibrador nuevo y un sistema de alimentación de molinos,
construcción de catalizador con sistema de control y alimentación de bagazo. Se
modernizó el laboratorio y se compró un nuevo turbogenerador de 3.5 megavatios.
El Inazúcar, en
un informe sobre la adopción de tecnología en el sector, establece que los
planes de inversión en la industria azucarera a corto y mediano plazo son de
US$400 millones. En el área agrícola, según las informaciones, se invertirán
US$86 millones, en la parte fabril serán cerca de US$200 millones, ferroviaria
US$86 millones y en el área social alrededor de US$28 millones.
Según Inazúcar,
la zafra azucarera 2010–2011 se perfila como una de las más exitosas de los
últimos años. La producción esperada es de 540 mil toneladas métricas valor
crudo (TMVC), de las cuales entre 370 y 380 mil toneladas son del tipo crudo o
crema y 160 mil de refino. La inversión estimada para la presente cosecha es de
RD$11,071 millones.
Productividad del trabajo y del capital.
Los empresarios
azucareros que dirigían las operaciones de producción y venta de azúcar,
tomaban riesgos e invertían bajo incertidumbre, esperaban que se produjeran
beneficios, o lo que era lo mismo, que se evitaran las pérdidas. El negocio del
azúcar mostró que el riesgo y la incertidumbre eran relativamente elevados,
pero que la recompensa fue muy buena. Sobre el particular no dejan dudas los
datos de producción (venta) de azúcar, costos, ingresos y beneficios de la
industria.
Tabla 7‑1 Costos, ingresos y beneficios
1868–1900.
Cuando el
precio del dulce se cotizaba por debajo de los 3 centavos la libra, dejaba
pérdidas a trapiches e ingenios, principalmente a los menos preparados
tecnológicamente, y fue lo que causo ruina de unidades entre los años 1886 y
1889.
En el primer
quinquenio de la década de 1890, el precio de venta del azúcar promedió 2.65 la
libra; el margen por libra de 0.05 centavos y los beneficios acumulados de la
industria de 1, 377,365 pesos, un promedio anual de 275,473 pesos. Los avances
técnicos, que aumentan los beneficios, se advierten en el segundo quinquenio de
la década mencionada, cuando los promedios por libra de azúcar fueron de 2.90
centavos la venta, 2.3 centavos el costo de producción y 0.54 centavos el
margen. Los beneficios acumulados de la industria fueron de 3, 498,275 pesos y
el promedio anual de 699,655 pesos.
El crecimiento
de los beneficios acumulados continúa en la década de 1890, totalizando 4,
999,791 pesos y por libra 0.0061 centavos. En síntesis, la modernización y
concentración de la zafra, que se acelera en la última década del siglo xix,
fue altamente productiva para los accionistas de los ingenios.
Tabla 7‑2 Rentabilidad
1870–1899.
Figuras 7.1 Rentabilidad 1870–1899.
En cuanto a la
rentabilidad de la industria, lo que puede decirse es que fue sobresaliente
hasta 1879, resultado de la combinación de un precio del dulce en el mercado
internacional relativamente bueno, con costos de producción bajos, haciendo
posible la viabilidad financiera de ingenios y trapiches técnicamente
obsoletos. Cuando la zafra se limita a ingenios y trapiches mejor equipados, se
reduce la rentabilidad, lo que fue previsible por la acumulación de capital.
Sin embargo, la
rentabilidad se mantiene lo suficientemente alta, como para definir el azúcar
como el sector de interés para capitalistas cubanos y puertorriqueños.
La rentabilidad
promedio de la década de los noventa, indica que las inversiones grandes y
pequeñas, hechas para mejorar los molinos, la clarificación, evaporación y
cristalización, no solo eran necesarias, sino que en el mediano plazo,
retornaron beneficios a los capitalistas, lo demuestra, además, el nivel de la
productividad total de los factores, así como la evolución de la producción en
los diferentes quinquenios.
Proporción del PIB
El Banco
Central de la República Dominicana en sus estadísticas incluye a la industria
azucarera dentro de Cultivos Tradicionales de Exportación, y sólo forma 0.7%
del PIB. En adicional a eso, la Elaboración de Azúcar forma el 0.2% del PIB
nominal. El valor monetario de esas dos ramas económicas es de RD$11,239
millones para Cultivos Tradicionales de Exportación (el sector azucarero es
mucho menos) más RD$3,888 millones para la Elaboración de Azúcar.
Figuras 8.1 PIB industria
azucarera 1899–1930.
Tabla 8‑1 Participación del PIB per cápita
azucarero.
Tabla 8‑2 Cronología del aporte de la
Industria Azucarera al PIB.
1/Solo incluye
sueldos y salarios a precios de 1970.
*Cifras
preliminares
Intercambio con el resto del mundo.
A principios
del siglo XX, la comercialización del azúcar dominicana tenía una marcada
reorientación hacia el mercado norteamericano.
La producción
del azúcar dominicana se comercializa en tres mercados fundamentales: mercado
local, mercado preferencial norteamericano y mercado mundial.
En el ámbito de la comercialización externa el mercado norteamericano está sujeto al sistema de cuotas, de acuerdo con el cual hay un acceso limitado de los volúmenes de azúcar desde los países productores a los Estados Unidos. En el mercado mundial se originan fuertes fluctuaciones en el nivel de precio, que alternativamente afectan a productores y consumidores de acuerdo con las variaciones cíclicas de los precios.
Dados los altos costos de la producción nacional y los deprimidos precios del mercado mundial, para los productores nacionales los mercados más atractivos son el local, que funciona en base a un régimen de protección con precios muy por encima a los del mercado internacional y el mercado preferencial norteamericano que funciona en base a cuotas y con precios protegidos.
Una característica del mercado ha sido la significativa cuota del país en el mercado preferencial de los Estados Unidos, de cuyo volumen ha correspondido al CEA un 60%, proporción equivalente a su participación en la producción nacional de azúcar en los años “normales” de la empresa y cuando el azúcar constituía el principal renglón generador de divisas.
En el ámbito de la comercialización externa el mercado norteamericano está sujeto al sistema de cuotas, de acuerdo con el cual hay un acceso limitado de los volúmenes de azúcar desde los países productores a los Estados Unidos. En el mercado mundial se originan fuertes fluctuaciones en el nivel de precio, que alternativamente afectan a productores y consumidores de acuerdo con las variaciones cíclicas de los precios.
Dados los altos costos de la producción nacional y los deprimidos precios del mercado mundial, para los productores nacionales los mercados más atractivos son el local, que funciona en base a un régimen de protección con precios muy por encima a los del mercado internacional y el mercado preferencial norteamericano que funciona en base a cuotas y con precios protegidos.
Una característica del mercado ha sido la significativa cuota del país en el mercado preferencial de los Estados Unidos, de cuyo volumen ha correspondido al CEA un 60%, proporción equivalente a su participación en la producción nacional de azúcar en los años “normales” de la empresa y cuando el azúcar constituía el principal renglón generador de divisas.
La “Danza de
los millones”
El influjo de
Estados Unidos en la economía fue uno de los resultados más patentes del
desarrollo de las plantaciones azucareras en la República Dominicana. La
terminación de la Guerra en 1918 produjo un impresionante aumento de precios de
los productos y materias primas tropicales en todo el mundo.
Desde 1910, por
lo menos, la economía dominicana descansaba en la producción de azúcar y cacao,
que constituían las cuatro quintas partes de todos los ingresos del país, en
tanto que el tabaco y el café representaban el quinto restante. Como la Guerra
se había librado en los campos productores de remolacha azucarera en Francia,
Rusia y Alemania, la escasez de azúcar produjo un enorme crecimiento en la
demanda de azúcar de caña. Con el nuevo aumento que ocasiono el fin de la
guerra, la prosperidad se hizo sentir de inmediato en todo el país. Hubo
sustanciales aumentos de salarios, beneficios para los dueños de tierras y
negocios, etc.
El comercio
importó entonces cantidades enormes de mercancías. Durante los años 1918 a 1921
la economía dominicana creció hasta alcanzar niveles nunca antes imaginados.
Esta súbita gigantesca expansión de la vida económica y de los negocios en el
país recibió el nombre de la “Danza de los millones”. Durante este
periodo, pueblos como Santiago, La Vega, San Pedro de Macorís y Puerto Plata
adquirieron una categoría urbana que no habían conocido antes.
Como
consecuencia del alza de los precios del azúcar y del cacao, el dinero circuló
en grandes cantidades en el país y el comercio gozó de la época más próspera
hasta entonces conocida. Previendo precios aún mayores, los comerciantes
hicieron enormes operaciones de compra y venta, pero ya la producción de azúcar
de remolacha se estaba recuperando en Europa y demás países productores que
habían estado ampliando sus áreas cañeras con el propósito de aprovechar los
altos precios y aumentar sus ganancias. De manera que en el momento en que todo
el mundo esperaba grandes beneficios, la producción mundial de azúcar creció en
forma desmesurada. El mercado se saturo y se produjo una caída vertical de los
precios. De buenas a primeras los comerciantes se vieron con mercancías
exageradas que no tenían salida, y como ya no se vendía el azúcar a los precios
esperados, se produjo una gran depresión económica que se caracterizó por la
falta de dinero en los ingenios.
Los
comerciantes se vieron obligados a cancelar muchos de sus pedidos, pero más de
la mitad de los mismos ya habían llegado y tenían que pagarlos. Al no poder
venderlos, muchos tuvieron que lograr acuerdos con sus acreedores para saldar
en pagos parciales las deudas contraídas. En los pueblos y ciudades las
quiebras se volvieron un tema diario. La “Danza de los millones” había
terminado.
(Pons, 1999)
El impacto de
la caída de los precios internacionales del azúcar sobre la economía dominicana
se pone en evidencia claramente en el hecho de que en el año 1920 el país
exportó 158.8 mil toneladas métricas de azúcar por un valor de 45.3 millones de
dólares, mientras que en 1921 los ingresos por las ventas de este producto en
el extranjero se redujeron a tan solo 14.3 millones de dólares, a pesar de que
el volumen exportado se incrementó a 183.6 mil toneladas métricas. En otras
palabras, el valor de las exportaciones se redujo en un 67% a pesar de que el
volumen exportado subió un 14%.
Debido a su
naturaleza peculiar y a la atracción del capital extranjero, la industria se
las arregló para sobrevivir a pesar de todo. Producía menos ganancias para los
enormes recursos invertidos y continuaba demandando de capitales adicionales de
las corporaciones y la expansión de la producción le aseguraba la supervivencia
aunque no la prosperidad.
El azúcar, en
vista de que su ciclo de producción responde a los estímulos de la demanda de
modo excesivo pero lento, parte del incremento de su producción llegó como
torrente cuando el boom ya se había extinguido. Debido a las economías de
escala y a la invisibilidad de las inversiones, la capacidad instalada del
parque fabril de la industria azucarera normalmente está sobredimensionada en
la relación con la demanda del momento. Esta tendencia generalmente es
reforzada por el carácter oligopólico de este subsector de la economía.
(Cuevas, 1999)
Nuestro ingreso
al Mercado Preferencial
Tras la Segunda
Guerra Mundial, el Dictador Rafael Leonidas Trujillo se incursiono en la
industria azucarera, ampliando y fortificando su monopolio en el país.
Aunque parezca
mentira, el triunfo de la revolución cubana y la llegada al poder del
Comandante Fidel Castro salvó el proyecto azucarero de Trujillo, pues una de
las primeras medidas tomadas por el gobierno revolucionario fue la puesta en marcha
de una reforma agraria, que afectó profundamente el latifundio cañero, seguido
de la nacionalización de las empresas norteamericanas.
Como reacción a
estas medidas, el gobierno de los Estados Unidos suspendió primero y anuló
después, la cuota de exportación de azúcar cubana, la cual fue luego
redistribuida entre los países y territorios que abastecían ese mercado. La
República Dominicana salió altamente beneficiada de ese proceso, pues en el año
1960 logró exportar 464 mil toneladas de azúcar con destino a Estados Unidos,
lo que representó un aumento del trescientos por ciento con relación al año
1959, en el cual solamente se exportaron 113 mil toneladas de azúcar a ese
mercado.
En la zafra del
año 1960 se rompieron los récords de todos los tiempos de la industria
azucarera dominicana, algunas de las cuales aún se mantienen vigentes. Durante
esa cosecha los ingenios, en conjunto, cosecharon 2,308,927 tareas dominicanas
de tierra, molieron 11,238,842 toneladas cortas de caña, con las cuales se
produjeron 1,225,373, toneladas cortas de azúcar crudo y 63,599,320 galones
americanos de melaza; mientras que las exportaciones totales de azúcar llegaron
a un volumen de 1,162,697 toneladas cortas, en tanto que las de melaza fueron
de 64, 410,732 galones americanos.
Luego por el
patrocinio de Trujillo respecto al atentado del entonces presidente de
Venezuela, Rómulo Betancourt; fueron impuestas sanciones sobre el país, lo que
significó la pérdida del apoyo de los Estados Unidos al régimen y la condena
del país a un aislamiento económico.
La desaparición
física de Trujillo, ajusticiado el 30 de mayo de 1961, facilitó el
levantamiento de las sanciones y el aumento de nuestra cuota de exportación al
mercado preferencial norteamericano.
Luego, durante
el gobierno de los doce años de Balaguer, la industria azucarera vivió su etapa
de oro, logrando los niveles más altos de producción y exportación en toda su
historia.
Esquema de la cadena de suministro.
Una cadena de
suministros está formada por todas las partes involucradas de forma directa o
indirecta para llevar a cabo el objetivo final. En la industria azucarera estas
partes están integradas por terrenos, empleados, tractores, gasolina, camiones
para transportar la caña, fundas plásticas para empacarla, montacargas, entre
otros, que relacionados entre sí y siguiendo el proceso de producción nos
ayudaran a construir el siguiente esquema.
Figuras 10.1 Cadena de suministros de la
industria azucarera.
Estos ayudan a
satisfacer las demandas del mercado, que son establecidas por los consumidores.
Figuras 10.2 Estructura vertical, cadena de
suministros
Miembros
Primarios
Los miembros
primarios son los que adicionan valor directamente al servicio, en el caso de
la industria azucarera tenemos los agricultores, productores, ingenios y las
centrales de ingenios mayoristas.
Análisis FODA.
El análisis
FODA tiene como objetivo el identificar y analizar las Fuerzas y Debilidades de
la Institución u Organización, así como también las Oportunidades y Amenazas,
que presenta la información que se ha recolectado. Nos ayuda a ver que tenemos,
que debemos mejorar, nuestra competencia, en fin lo necesario para nosotros
poder actuar y tomar las decisiones correctas dentro de la industria.
Fortalezas:
- Zonas extensas de cultivo; el país cuenta con terrenos abundantes para el cultivo de caña de azúcar.
- Condiciones climáticas favorables para la plantación de caña.
- Consumo local constante; ya sea mucho o poco, la familia dominicana cuenta con el azúcar para muchas de sus comidas y/o sus postres.
- Mano de obra barata.
Oportunidades:
- Avances tecnológicos que faciliten el proceso de tratamiento de la caña para convertirse en azúcar.
- La posibilidad de utilizar parte de su materia prima (la caña) como un combustible alternativo.
- Aumento de exportaciones.
Debilidades:
- El descuido de esa industria en el mercado local.
- El servicio deficiente del sector eléctrico del país, siendo además de alto costo.
- La contaminación producida por los ingenios, cuando no se tienen medidas de gestión ambiental ni responsabilidad al respecto.
Amenazas:
- El descenso de los precios del azúcar.
- La reducción de los terrenos de cultivo de la caña.
- Aumento de costos de producción.
- El uso de otros cultivos para elaborar el azúcar.
- Desinterés de inversión en el sector.
Información Complementaria.
A partir del
último cuarto del siglo XIX, la República Dominicana experimento grandes
transformaciones. Para entonces el país contaba con una cantidad reducida de
habitantes concentrados en tres comunidades, Santo Domingo, Santiago y Puerto
Plata, cuyas vías de comunicación eran caminos simples que no permitían el paso
de carruajes sino de animales de carga. En 1875, había alrededor de 300,000
habitantes, la economía recaía sobre la exportación de tabaco, explotación de
maderas y crianza de ganado. En esa época no había industrias, lo que más se
asemejaba a una planta manufacturera eran los trapiches donde se procesaba la
caña de azúcar para el mercado local y el vecino país de Haití.
Los sucesivos
gobiernos hicieron un intento sin éxito de incentivar la economía, luego las
guerras y revueltas que tuvieron lugar en el territorio nacional, obligaron a
que en 1876 y 1879, el gobierno dictara dos leyes importantes de incentivo
económico. Estas leyes propiciaron la siembra de cultivos de exportación.
Revolución
Azucarera
De todas esas
plantaciones, las de caña fueron las que tuvieron mayor repercusión en la vida
dominicana. Apenas siete años después de la promulgación de las primeras leyes
de incentivo, una “revolución azucarera” se había apoderado de las llanuras
orientales del país. La construcción de ingenios azucareros que había comenzado
tímidamente en 1872 se aceleró rápidamente y ya en 1882 había 21 ingenios
operando en la República Dominicana. Todos funcionaban con máquinas de vapor
dejando atrás los trapiches y algunos contaban con ferrocarriles. De estos
ingenios, 4 se consideraban grandes porque producían un promedio de 1700
toneladas al año; 8 eran de tamaño intermedio, con una producción anual de 900
toneladas; los restantes eran pequeños pues su producción promedio era de 100
toneladas por año. En conjunto, los 12 ingenios principales producían 86% del
azúcar y poseían 83% de la tierra sembrada con caña de azúcar en 1882.
La construcción
de ingenios continuó en los años siguientes. En 1885 había 35 centrales en las
llanuras de Santo Domingo y San Pedro de Macorís. Si en 1882 había 3,577
hectáreas sembradas de caña, en 1895 la cantidad sembrada ya alcanzaba las
7,950 hectáreas. Diez años más tarde, esto aumento a 11,412 hectáreas. En 1897
los ingenios contaban con 265 kilómetros de vías férreas. En consecuencia, las
exportaciones azucareras subieron 1,100 toneladas en 1877, a 20,263 en 1884.
Aun cuando la crisis de 1884 estanco las exportaciones durante los siguientes
siete años, su volumen aumento para 1892 con 31,640 toneladas y para 1893 con
38,546 toneladas.
En pocos años
se estableció en el país un nuevo tipo de industria que alteró por completo el
uso de la tierra y contribuyó a la desintegración del campesinado y a la
aparición de un proletariado rural antes inexistente.
En vista de que
las áreas cañeras estaban escasamente pobladas, los dueños de los ingenios
tuvieron muchas dificultades para reclutar mano de obra local, por lo que
ofrecieron mejores salarios que en el resto del país. Esto estimulo la
migración interna hacia esas regiones, pero, debido a la escasez de población
del país, los dueños de los ingenios tuvieron que recurrir a la importación de
braceros de las islas vecinas que pasaban por una grave crisis económica.
El desarrollo
de la economía azucarera de la República Dominicana durante los últimos 25 años
del siglo XIX y los primeros 30 del XX no puede explicarse sin la utilización
de mano de obra extranjera. Los salarios que pagaban las centrales azucareras
dominicanas ascendían a más del doble de los que se pagaban en Nevis y St.
Kitts. Los dominicanos dieron a estos trabajadores el sobrenombre de cocolos.
A diferencia de
Cuba, donde los braceros isleños se asentaban con cierta permanencia, en la
República Dominicana, una vez cumplían el ciclo volvían a sus islas. Ese
continuo trasvase de trabajadores produjo un serio déficit de mano de obra en
las islas, registrando casi 90,000 casos de emigración hacia el país entre 1914
y 1939. Muchos volvían a sus islas luego de agotarse, o cuando ahorraban lo
suficiente para vivir mejor, mientras que otros permanecían en los alrededores
de Santo Domingo, San Pedro de Macorís, La Romana y Puerto Plata.
La revolución
azucarera de finales del siglo XIX tuvo efectos ecológicos y sociales
inmediatos. El avance de los cañaverales produjo la desaparición de grandes
bosques vírgenes que fueron talados para hacer espacio a las nuevas
plantaciones, junto con los bosques desaparecieron comunidades campesinas.
Debido a esto, los dueños de los ingenios se vieron obligados a ofrecer
salarios mayores. Estos salarios atrajeron de inmediato nuevos campesinos.
Uno de los
primeros efectos fue el alza de los precios de los alimentos, ya que disminuyó
considerablemente el campesinado. Aun cuando los salarios eran altos respecto a
lo que se pagaba en otras partes del país, los trabajadores apenas podían pagar
los alimentos que las tiendas de los ingenios vendían a sobreprecio.
Ese problema se
agravo de manera alarmante, factor que influyó en la resistencia de campesinos
cibaeños para ir a trabajar en los ingenios. Evitaban trabajar en dichos
lugares no solo por eso, sino también por lo extenso que resultaba trasladarse;
además de que ya se conocía que las condiciones de vida en las plantaciones
eran muy duras y había escasez de alimentos. En cambio, muchos campesinos del
empobrecido suroeste dominicano si optaron por trasladarse a la región oriental
después de haber sido contratados por las centrales. En 1885 la industria
azucarera utilizaba 5,500 trabajadores dominicanos, además de unos 200 técnicos
y maquinistas de diversas nacionalidades.
Como los
trabajadores dominicanos resultaron insuficientes, los dueños de los ingenios
reclutaron mano de obra en las pequeñas Antillas. En 1885 se contaban ya 500
braceros de esas islas trabajando en los ingenios. La principal limitación de
la industria azucarera dominicana fue la falta de mano de obra.
Otra notable
repercusión de la revolución azucarera fue la concentración de la propiedad
tras la crisis de 1884. A partir de ese año, 14 ingenios tuvieron que ser
liquidados y cayeron en manos de sus acreedores. Para finales de siglo, 9 de
esos ingenios habían pasado a ser propiedad de 3 compañías que los consolidaron
en unidades más grandes. En 1905 apenas quedaban 14 ingenios de los 26 que
existían en 1893.
En 1898, muchos
inversionistas norteamericanos se volcaron sobre Santo Domingo, Cuba y Puerto
Rico, para entonces ejercía control político en el Caribe, se dedicaron a
comprar tierras y plantaciones para cultivar cacao, café, tabaco y caña de
azúcar. Las más significativas fueron realizadas en República Dominicana por la
South Porto Rico Sugar Company en el sector azucarero.
Con la llegada
de las compañías extranjeras y la creación de plantaciones, la tierra adquirió
un valor extraordinario y los nuevos dueños extranjeros exigieron un nuevo
sistema de tenencia para que a cada propiedad correspondiera un título con las
dimensiones claramente establecidas.
El proceso de
concentración de la tierra continuó sin interrupción. En 1907, 67% de la tierra
sembrada de caña estaba en manos de las 7 centrales establecidas en San Pedro
de Macorís. Los 3 ingenios ubicados alrededor de la ciudad de Santo Domingo
concentraban 16% de las tierras cañeras, en tanto que los 3 ingenios de Azua
controlaban alrededor de 15% de la superficie sembrada de caña.
A medida que
las nuevas plantaciones norteamericanas crecieron, muchas comunidades que antes
llevaban una vida agrícola o ganadera independiente fueron barridas y en su
lugar crecieron campos de caña trabajados por braceros extranjeros. En 1926,
las inversiones norteamericanas en el sector azucarero ascendían a 43 millones
de dólares. El valor declarado de las propiedades de la Cuban Dominican Company
en la República Dominicana (compañía creada para expandir sus operaciones)
ascendía a 25.5 millones de dólares, en tanto que la Central Romana y sus
plantaciones estaban valoradas en 9.7 millones de dólares.
En 1929, las
compañías norteamericanas controlaban 92% de la producción azucarera
dominicana. Las centrales más grandes eran equivalentes a las mayores de Cuba y
Puerto Rico. La Central Romana producía 93,000 toneladas por año; Central
Consuelo, 57,000; Central Barahona, 43,000; Central Quisqueya, 30,000; y
Central Montellano, 12,000. En 1929, la producción total superó las 420,000
toneladas, de las cuales 309,400, es decir, el 74% las produjeron los ingenios
que eran propiedad de dos compañías: la Cuban Dominican Sugar Company y la
South Porto Rico Sugar Company.
La
industrialización
La primera
etapa de la industrialización dominicana comenzó con la instalación de ingenios
durante la revolución azucarera que tuvo lugar en el sur y el este del país a
finales del siglo XIX. A partir de ese momento el mercado interno se expandió y
junto con él, se expandieron los sectores artesanal y mercantil.
El 1941, fue un
año de recuperación económica, pues los efectos de la Gran Depresión habían
quedado atrás, la planta industrial dominicana empleaba un total de 36,631
trabajadores, de los cuales 26,407 estaban empleados en los 14 ingenios
azucareros que entonces había en el país.
Los años de la
Depresión enseñaron a Trujillo las ventajas de la sustitución de importaciones.
En las décadas de los 40s y 50s, cuando Trujillo se convirtió en inversionista,
el sector industrial se adentró en un proceso intenso de sustitución de
importaciones similar al que habían emprendido años antes otros países de
Latinoamérica.
Siendo la
industria azucarera fuente de enormes beneficios tras la Segunda Guerra
Mundial, Trujillo se sumergió en esta industria y en 1949 construyó un ingenio,
el ingenio Catarey. Este ingenio resultó muy pequeño, por lo que, al año
siguiente, inicio la construcción del Central Río Haina. En los años siguientes
Trujillo trabajó para apoderarse de los ingenios extranjeros que operaban en el
país, convirtiéndose en el principal productor de azúcar en la República. Solo
quedaron sin venderle sus ingenios, la Casa Vicini y South Porto Rico Sugar
Company, propietaria de Central Romana. (Pons, 1999)
Cuando Trujillo
invadía un sector cualquiera de la economía nacional no descansaba hasta
convertirse en dueño absoluto de ese terreno, limitando enormemente el
desarrollo de la iniciativa privada y vedando todo impulso competitivo. En este
sentido, siendo dueño de 6 ingenios que alcanzaban una producción de 325, 679
toneladas cortas de azúcar, equivalente al 38.54% de la producción del país,
mayor que la obtenida por las demás empresas de la industria. Trujillo entonces
entendió que era el momento de atacar a los grandes: la West Indies y la South
Porto Rico.
A pesar de que
el tirano tenía buena relación con el presidente de la West Indies, en 1957
tuvieron que vender todas sus propiedades a la Azucarera Haina CxA, las cuales
comprendían los ingenios Consuelo, Quisqueya, Barahona y Boca Chica.
Las
negociaciones con la South Porto Rico siguieron otro camino y tuvieron otro
final. Aprovechando las buenas relaciones con Trujillo, la South Porto Rico
creó una nueva subsidiaria que se dedicaría a la producción de furfural,
utilizando como materia prima el bagazo de la caña producido por el Central
Romana. El Gobierno Dominicano garantizo a la nueva subsidiaria una exención de
todo tipo de impuesto y garantizó la exoneración de los impuestos a pagar por
el combustible comprado para reemplazar el bagazo y por las maquinarias y
equipos necesarios para quemar el combustible.
En resumen, la
South Porto Rico Sugar Co. salió altamente beneficiada de sus relaciones con el
Gobierno Dominicano, dentro del proceso mediante el cual Trujillo se en el zar
del azúcar de la República Dominicana; pero esa corporación no se durmió en sus
laureles y supo hacer uso de esas oportunidades para consolidar una empresa que
hoy en día constituye un modelo de organización y eficiencia para la industria
azucarera dominicana y del mundo.
(Cuevas, 1999)
Sustitución de
importaciones
Tras el
ajusticiamiento de Trujillo, la rápida recuperación de la economía, incentivo a
miles de inversionistas a instalar nuevos negocios para dar servicio a una
población ávida de artículos de consumo que hasta 1961 habían estado fuera de
alcance. Esta recuperación tuvo varias causas: la transferencia de importantes
recursos financieros provenientes de Estados Unidos, la devolución de fondos
retenidos en virtud de las sanciones impuestas por la OEA al régimen y la
asignación de una cuota azucarera de 815,000 toneladas que pertenecían a Cuba
antes de la revolución socialista.
Otra más fue la
rebaja de numerosos impuestos al consumo decretados por el gobierno de Joaquín
Balaguer a finales de 1961, que sirvió para aumentar el ingreso de la población
y, por lo tanto, la liquidez relativa de los consumidores. Otro factor no menos
importante para la expansión de la demanda en aquellos años fue la creación
acelerada de empleos realizada por los gobiernos del Consejo de Estado y Juan
Bosch. Con el programa de emergencia del Consejo de Estado se incorporaron a la
nómina del sector público unos 20,000 trabajadores, en tanto que durante el
gobierno de Juan Bosch se crearon 27,669 empleos nuevos en el sector azucarero.
(Pons, 1999)
Central Romana.
El ingenio
azucarero Central Romana tiene una capacidad normal de 15,000 toneladas de caña
por 24 horas. Hay unos 151,000 acres bajo cultivo. Anualmente regenera
alrededor de 25,000 acres.
La capacidad
instalada para 1988 en depósito para el almacenaje de azucares era de 150,000
toneladas.
Su mayor
producción se obtuvo en la zafra de 1969–70. Molió 2, 850,000 toneladas de caña
y produjo 332,000 toneladas de azúcar grado 96.
Figuras 13.1,
13.2. Producción de azúcar por el Central Romana.
Figura 13.3.
Producción de furfural por el Central Romana.
Historia
La formación de
la corporación South Porto Rico Sugar Company, una multinacional norteamericana
que aprovechó la inclusión favorable de Puerto Rico en la estructura arancelaria
de los Estaos Unidos en 1900, tras la Ocupación Militar Norteamericana en 1898.
Que se expandió desde Puerto Rico a República Dominicana, un país con perfiles
globales disímiles.
La South Porto
Rico Sugar Company conjugó exitosamente el aporte de capital alemán, asentado
en los Estados Unidos, el modelo gerencial de factoría y la experiencia técnica
asimilada de La Louisiana, con la tecnología agrícola biológica importada de
Barbados. Todo ello ensamblado en un solo paquete de rendimiento efectivo. La
fórmula de rendimiento mágico de la corporación fue puesta a operar, primero
con el emplazamiento de la Central Guánica –desde su primera zafra la empresa
más grande de Puerto Rico–, cuyos años formativos correrían entre 1900 y 1914.
Culminando esta etapa justo cuando se iniciaba la Primera Guerra Mundial
(1914–1918) que dió impulso tremendo a la producción azucarera de caña en las
zonas tropicales. En un segundo puesto, al expandir la South Poro Rico Sugar
Company sus operaciones hacia el sureste de República Dominicana en la
provincia de El Seibo. Inicialmente, desde final de 1910, mediante la compra de
terrenos y el fomento de la siembra de caña, hasta quedar instalado en 1918 el
Central Romana, con su potente capacidad de molienda, amplias redes ferroviarias,
almacenes y facilidades portuarias, edificios de administración y servicios
como la bodega central, viviendas para el personal, club social., Cuerpo de
Guarda Campestres para ejercer la autoridad en su territorio y bodegas en sus
colonias para generar el over del que nos habla de manera testimonial Ramón
Marrero Aristy en su famosa novela.
Central Romana
impactó las estadísticas desde su primera molienda en la zafra 1918–1919,
aportando el 18% del total de azúcar del país, superando ya en 1920 a todos los
ingenios y desplazando del liderazgo al Ingenio Consuelo. Transformando con su
presencia imponente la pequeña comunidad de La Romana en un verdadero sugar
town.
Desde 1911, la
dinámica empresarial romanense floreció con el movimiento comercial que
significaban estas inversiones que auparon un mayor tráfico, vía importaciones
del comercio local y exportaciones no sólo de caña, sino también de cacao,
cueros, miel de abejas y cera a los Estados Unidos.
Para 1916 la
empresa contaba con 15 kilómetros de vía férrea, 4 locomotoras y 80 vagones,
los cuales conectaban los campos de caña con el embarcadero. Poseía una boyada
de 400 bestias, 160 kilómetros de carreteras secundarias. En septiembre de ese
año se hablaba de la instalación del ingenio, alentada por la bonancible
coyuntura de precios generada por la Primera Guerra Mundial y la implantación
del régimen de Ocupación Militar bajo comando de los marines, a lo cual se
sumaba la extraordinaria expansión cañera.
Cuando la South
Porto Rico Sugar Company inició sus gestiones en el país en 1910, el escenario
azucarero lo componían los Ingenios Consuelo (20%), Angelina (18%), Cristóbal
Colón (13%), Santa Fe (11%), Quisqueya (9%), y Porvenir (7%), en San Pedro de
Macorís, que juntos representaban el 79% de la producción total; San Isidro
(5%) y San Luis (2%), en los alrededores de Santo Domingo, otrora principal
zona azucarera, sumaban el 7%. Mientras que Italia (5%), Ocoa (1.5%), Ansonia
(4%) y Azuano (3.5%), en el Sur, aportaban un 14%.
Modo de
crecimiento
En el 1912,
cuando la empresa inicia sus operaciones en la República Dominicana, con el
objetivo de llevar la caña para producir el azúcar en Puerto Rico, la empresa
solicito a modo de requisitos para su instalación en la localidad nacional, que
se restaurara el puerto de La Romana y se redujera el precio por importación,
con el objetivo de mantener en el país la inversión puertorriqueña, se realizó
la Ley de Franquicias Agrarias. El presidente Cáceres firmó la ley el 26 de
junio de 1911.
De modo
convencional, se han designado los modos de crecimiento según su forma de
distribución de la renta y según la fuente principal de ésta.
Se puede lograr
principalmente el crecimiento de la renta nacional a través de la inversión, el
consumo interior, o también la exportación. En el primer caso, buena parte de
la renta conseguida se destina a la producción de infraestructuras y de medios
de producción (¡o de destrucción!). Cuando se privilegia el consumo, como en el
segundo caso, el origen del crecimiento se debe a una distribución de la renta
nacional que favorece el incremento del poder adquisitivo de toda o parte de la
población. En tal caso, depende de los beneficios de productividad realizados
en el ámbito considerado. Cuando el crecimiento se debe a la exportación de materias
primas o agrícolas y también de bienes industriales o de servicios, su ritmo
depende de las cotizaciones mundiales, en el caso de las materias primas y
agrícolas, de la competitividad-precio, en el caso de los bienes o servicios
exportados, o también de su especialización.
Para las fechas
en la que la central comienza sus operaciones en la República Dominicana el
modo de crecimiento que lleva el país era desigualitario y rentista, con el
fomento del gobierno a la inversión en el sector agro industrial.
La distribución
«desigualitaria» perdura sobre todo en muchas antiguas colonias, países en los
que una oligarquía, terrateniente en su origen, ha sabido renovar las bases
económicas y políticas de su poder. Se realiza en beneficio de algunas capas de
la población que no redistribuyen más que una parte a estratos sociales
dependientes, sobre todo a través del clientelismo.
El modo
«desigualitario y rentista» se caracteriza por un crecimiento conseguido a
través de la exportación de materias primas o productos agrícolas y de una
distribución de los beneficios de la renta muy desigual y de tendencia
clientelista. Unas pocas minorías acaparan la renta nacional y la redistribuyen
parcialmente a otras capas sociales dependientes, según las necesidades prácticas
y políticas. La evolución de las cotizaciones mundiales marca el ritmo del
crecimiento nacional que dispone de una autonomía escasa para mitigar los
choques y avalares de la economía internacional. En semejante contexto, el
mercado interior conoce aceleraciones bruscas seguidas de caídas vertiginosas,
sobre todo porque las condiciones legales de producción se ven sujetas a
frecuentes modificaciones.
Tras la toma de
poder de Ramón Cáceres, su gobierno se fundamentó en el pago de la deuda
externa así como el fomento del sector agrícola, con tal objetivo el país se
desplaza hacia la producción agroindustrial que trae consigo la instauración de
los distintos ingenios azucareros, con las reducciones del costo de la tierra y
las facilidades brindadas por el gobierno para su correspondiente adquisición,
el gobierno brindo un apoyo a los sectores agropecuarios en su desarrollo.
Durante el
periodo de los años 30, periodo en el que el país se encontraba inmerso en la
dictadura Trujillista, el modo de crecimiento que experimento el país para
entonces fue el modo competitivo consumidor, se caracteriza por un crecimiento
inducido por el consumo interior y una distribución competitiva.
La distribución
«competitiva» se realiza en función de las relaciones de fuerza, locales y
categoriales, y también de las oportunidades financieras, inmobiliarias y
comerciales.
En aquel
entonces el país está inmerso en políticas que sustituyen la importación por lo
que el mercado se abastece de los productos de fabricación local, de la mano
con la fuerte inversión en los sectores agropecuarios e industriales.
En una tercera
etapa podemos decir que el país pasa por el modo competitivo y
exportador-precio, este modo de crecimiento se basa en ricos en cambio en mano
de obra formada, receptivos a los inversores extranjeros, han podido por
motivos históricos y geoestratégicos muy particulares, exportar sin
contrapartida hacia los países industrializados, en un primer momento productos
baratos de gama baja y después bienes más elaborados vendidos a precios muy
competitivos. La producción se centra en la exportación, gracias esto en parte
a los acuerdos de libre comercio, permitiendo así que el costo por exportación
se reduzca.
La estrategia
de rentabilidad
Ya que el
mercado y el trabajo, al igual que las instituciones que los acompañan, son
diferentes según los modos de crecimiento, las empresas no pueden explotar las
mismas fuentes de ganancia.
Las
combinaciones posibles y explotables de fuentes de ganancia constituyen lo que
podemos denominar «estrategias de rentabilidad» de las empresas. Dichas
estrategias se han denominado según la o las fuentes de ganancia que han
privilegiado.
Durante todo el
proceso desde su concepción hasta la fecha, la industria del azúcar ha
planteado una estrategia de rentabilidad basada en la economía de escala o en
la explotación del volumen de producción. Las economías de escala consisten en
distribuir los costes fijos sobre el mayor volumen posible para reducir los
costes unitarios.
Por otra parte,
la Empresa del Central Romana para cuando Trujillo quiso apoderarse del
ingenio, utilizó la estrategia de innovación para distraer al tirano del hecho
de que el ingenio le tenía una fuerte competencia en cuanto al azúcar. Su
innovación fue empezar a producir el furfural, lo que le generó beneficios por
parte del gobierno a la empresa y que le permitió consolidar una compañía que
es modelo de organización y eficiencia para la industria del azúcar dominicana
y mundial.
Los modelos productivos
No se pueden
desarrollar las estrategias de rentabilidad con cualquier medio. Esos medios
responden a exigencias específicas para cada estrategia y deben ser coherentes
entre sí. Los modelos productivos son precisamente los medios como aplicamos
las estrategias de rentabilidad bajo una distribución de la renta nacional.
Respecto a la
relación salarial, es la empresa privada con mayor número de trabajadores.
Cuenta con bonificaciones para los mismos y además es la que mejor cumple con
los estándares de seguridad y salud empresarial. El último convenio colectivo
propuesto por el sindicato unido del Central Romana y firmado por los
funcionarios, consigna un aumento salarial del 25% y aumenta los programas
sociales a favor de los trabajadores.
Conclusión.
La economía
Dominicana a lo largo de la historia se ha sustentado en su principio de la
agroindustria, exportación de tabaco, café, cacao, algodón y azúcar de caña. La
industrialización del país ayudo a maximizar la producción de estos productos
agrarios de forma que se desligo de los modelos convencionales a fin de hacer
eficiente su producción.
La industria
azucarera marcó un antes y un después en la República Dominicana permitiendo a
los trabajadores del campo disfrutar de un salario más allá del obtenido por
sus actividades agrarias. La explotación de la mano de obra campesina y los
salarios ofrecidos frente a las horas de trabajo provocaron que los campesinos
dejaran el trabajo en las plantaciones de caña, provocando la migración e
importación masiva de mano de obra extranjera. La situación salarial no fue
distintas, los inmigrantes de igual forma fueron explotados por los ingenios, a
diferencias de los locales estos en sus países no poseían tierras ni tenían
acceso a empleos por lo que la industria azucarera se dio fuerzas así misma con
los inmigrantes.
La industria
azucarera con sus necesidades especializadas crea las carreras de ingeniería
química e ingeniería industrial con el fin de analizar, estudiar y mejorar los
procesos productivos desde el punto de vista químico y de organización
industrial.
El ingenio más
importante de la región como vimos fue el Central Romana, desde su fundación
como suplidor de materia prima se colocó entre los más importantes, siendo el
de mayor producción y mayor exportación obteniendo grandes remuneraciones a
bajo costo de producción gracias por los gobiernos pro agrarios y por los modos
favorables para la exportación. El Central Romana dio paso a uno de los más
formidables desarrollos y diversificación
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